Tenía que ser usted 16-20

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Armando se queda en silencio por unos instantes y a continuación, se dirige de nuevo a su mamá.

-Mamá, yo... me da mucha pena hablarlo con Vds., pero de modo habitual uso preservativo, es imposible que eso falle y yo no me de cuenta... ¿me explico?...

-Antes de llover, chispea... -comenta arqueando las cejas don Roberto- y ese chispeo te moja.

-Si a ella le pilló en los días fértiles, lo mismo...

-Mamá tú sabes algo que no me quieres contar, ¿acaso Betty o sus papás hablaron con Vds? –inquiere Armando mosqueado

-No Armando, ¿Cómo puedes pensar algo así? Ni tu mamá ni yo sospechábamos que esa mujer de la que hablas siempre fuese tu asistente, solo que al saberlo hoy, de algún modo nos hemos tranquilizado, es una buena chica y no una pelandusca y precisamente por eso, nos cuesta creer que se metiese en la cama de cualquiera.

-Tú dices que ella te guarda rencor por algo grave que ocurrió entre vosotros, que no alcanzo yo a imaginar que cosa tan grave pueda ser...

-Fue muy grave mamá, te lo puedo asegurar.

-A Marcela la has engañado cada vez que se te ha antojado y ella siempre te perdonó, porque te ama... ¿qué cosa hiciste imperdonable?... lo mismo es que ella no te corresponde –aventura doña Margarita.

-A mi Betty nunca la he engañado, bueno, nunca he estado con otra después de la primera vez con ella, ni siquiera con Marcela, pero lo que le hice es mucho más grave que todo eso... yo os lo voy a contar, no ahora, no puedo ni debo, pero os prometo que os lo voy a contar todo... y a veces he pensado que ya no me ama, pero sus besos, sus miradas la delatan.

-¿Sus besos?... ¿te sigues besando con ella?...

-De vez en cuando, muy de vez en cuando, consigo robarle uno y hasta que reacciona y me empuja para quitarme de encima, se descubre, son los besos más dulces, tiernos y llenos de amor que me han dado nunca, papá y te aseguro que me han dado muchos, por eso sé que me ama aún, solo que está muy dolida y además, se niega a tener nada que ver con un hombre casado.

-¿Y si estás tan seguro de su amor?, ¿cómo te comes que se metiese en la cama con otro? –inquiere doña Margarita

-Cuando se enteró de lo que le hice, o lo que le estaba haciendo, no fue capaz de enfrentarme, sencillamente se hundió y se fue, dizque de rumba con las muchachas, se pasó de tragos y se puso cariñosa con un tipo, que la llevó a un motel y allí se despertó solita y... bueno, es que no quiero ni imaginármelo. Pobrecita, y todo por mi maldita culpa...

Doña Margarita le observa, Armando a ratos está sereno, a ratos se sonríe con ternura, en otros momentos deja que las lágrimas corran por sus mejillas.

-Cuando me di cuenta que estaba embarazada, creí volverme loco, pero estaba Marcela delante, fue el primer día que volvimos a Ecomoda después del viaje de novios. Cuando la pude enfrentar a solas ella me trató muy mal, estaba muy dolida, yo le reclamé que me hubiese engañado con otro, al principio pensé en su amigo Nicolás, siempre le he tenido muchos celos, ahora sé que no, que son como hermanos, pero entonces no sabía… y ella me explicó, me dijo y por qué, y yo... yo la entendí, entendí que hubiese hecho algo así, yo no soy un santo, es más, estaba recién casado, por mucho que yo sepa, que le soy fiel, ella se siente como “la otra” y es normal...

-Lo que no termino de entender es ese afán en que nadie sepa nada de su bebé, incluido el sexo –pregunta don Roberto

-Papá, Betty ha sufrido mucho en la empresa. Todos la han humillado por su imagen, todos... yo, yo también, si no de frente, si a sus espaldas y ella lo sabe. No estoy orgulloso de esto, al contrario, pero si algo me redime es que tuve la suerte de descubrir la maravilla de mujer que es y enamorarme como un loco de ella. No me gusta pensar que Betty estuvo con otro tipo, pero ese bebé se merece un papá como Dios manda, y con su ayuda, ese voy a ser yo.

Historias de Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora