La otra (Final)

1K 69 19
                                    

Marcela voló a New York aquella misma semana en que se firmaron los documentos del divorcio decidida a llamar al papá de Betty y calentarle la cabeza con todas las mentiras y calumnias que se le viniesen a la boca. Pero entre unas y otras cuando fue a coger el teléfono para llamarle al número de la oficina de la tienda de Palm Beach, que era el único que sabía, era ya sábado en la mañana y hacía dos semanas que había salido de Colombia. El hablar con aquél viejo ridículo era más por venganza que por conseguir algo, porque ya lo tenía todo perdido, y lo único que iba a sacar era hacerle daño a Betty.

Marcela.- ¿Alló?...

Voz.- Ecomoda Miami, Winnifried López al habla, ¿qué desea?...

Marcela, agria.- Soy la doctora Marcela Valencia, ¿quién es Vd.?, conozco a todo el personal de la tienda y su nombre me es desconocido.

Winnifried.- Pues a mi me pasa lo mismo con Vd. pero es que solo llevo unos días acá de secretaria del señor Pinzón.

Marcela, prepotente.- ¿Secretaria?, ¿qué ha sido de Juanita?...

Winnifried.- ¡Oh!, ella tiene una licencia por matrimonio, yo la estoy supliendo...

Marcela, resopló, hasta aquella sosa de la Juanita era feliz y se casaba.

Winnifried.- Oiga ¿sigue Vd ahí?... ¿desea algo?...

Marcela.- Pásame con el señor Pinzón.

Winnifried.- ¡Oh, lo siento!, él no vino hoy tenía una celebración familiar, la hija se prometía y venían desde Colombia, con la familia de él para la pedida de mano.

Marcela se quedó callada, ”maldita sea, se habían dado muchísima prisa, es que no lo podía entender... ¿qué le había dado aquella estúpida de la Beatriz a Armando?, ¿qué le había dado?”

Winnifried.- ¿Aló, señora?... ¿desea algo más?...

Marcela, respiró profundo.- Sí ¿me podría dar el número de teléfono del domicilio familiar?, soy amiga de la familia, es más soy accionista de la empresa.

Winnifried, se encogió de hombros como si la otra la viera.- Espere que le digo...

Armando, Betty y los papás de ambos, estaban sentados en el saloncito del apartamento de los Pinzón, iban a ir a almorzar a un selecto restaurante, pero el aperitivo lo había servido doña Julia, y allí hacía unos minutos que don Roberto muy protocolario había pedido a don Hermes, la mano de su hija Beatriz para su hijo Armando. Don Hermes después de regañarle un rato por lo irregular de la situación, aceptó refunfuñando y permitió que un nerviosísimo Armando, colocase en la muñeca de Betty una bonita pulsera de oro de tres colores y esmeraldas. Ella le correspondió a su prometido, con un elegante juego de pisa-corbatas y gemelos, que había mandado hacer, hacía ya bastante tiempo, y que llevaba como motivo central, las iniciales de él, entrelazadas.

Cuando comenzó a sonar el teléfono, el más cercano al aparato era el propio Armando que educado preguntó.

Armando.- ¿Respondo don Hermes?...

Doña Julia.- No sé quien pueda ser, vea en la pantallita, los pocos que conocemos los tenemos en la memoria del teléfono y sale su nombre cuando nos llaman.

Armando obedece y a pesar de los prefijos, reconoce de inmediato el número del celular de Marcela, han sido años sufriendo la perseguidera de la ex esposa, con gesto agrio, descuelga y responde.

Armando, con fastidio.- ¿Aló Marcela?... ¿qué es lo que quieres llamando a esta casa?...

Todos miran sorprendidos a Armando que ha puesto cara de impaciencia. Pero si Armando está sorprendido, más lo estás Marcela que no reacciona, más que admitiendo que es ella.

Historias de Betty, la feaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz