Me regaló la Luna

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"ME REGALÓ LA LUNA", capítulo 9º

Habían pasado un día muy bonito, estuvieron toda la mañana en el zoo y luego fueron a comer al centro comercial y de compras. Los había acompañado la abuela Julia, que pasó un par de días en Bogotá, visitando a doña Eugenia, la mamá de Nicolás Mora. Cómo es lógico, nada más que llegó a la casita, que había sobre la panadería de su amiga, telefoneó a Ecomoda, para comunicarle a Armando que se encontraba en Bogotá, solo por dos días y que deseaba ver a Luna. Armando, rápidamente canceló una reunión que tenía y con la niña se voló hasta el barrio de Palermo, para saludar a doña Julia e invitarla, a pasar el sábado con ellos.

Cuando después de acostarla, una vez leído el cuento y rezadas sus oraciones, Armando recogía la ropita para guardarla en el armario, empezó a sonreír, a la vista de las diminutas zapatillas deportivas de “Barbie”, blancas con adornos rosas, que su hija había estrenado esa misma tarde. Menudo susto que le dio la cría, cuando en un despiste de doña Julia y de él mismo, se escurrió hasta el escaparate de la zapatería. Por unos minutos, que le parecieron siglos, creyó morirse de la angustia, al no verla por ningún sitio, menos mal que doña Julia, bastante más serena que él, paseó por los alrededores y vio a la niña, sentada frente a aquél escaparate, mirando con ojitos soñadores, a través del cristal.

Doña Julia.- Tranquilo hijo, la niña está allí, frente a esa tienda.

Armando corrió hacia ella y la alzó del suelo abrazándola y besándola.

Armando.- ¡Ay, mi amor, que susto me diste!, creía que te habías perdido.

Luna.- Yo estaba acá, papi, solo las miraba.

Armando.- ¿Qué cosa, mi amor?

Luna.- Las verdaderas “zapatillas de Barbie”

Armando.- ¿Te gustan princesa?

Luna.- Mucho papi, me gustan mucho, son las “verdaderas”, lo dicen en la tele.

Armando.- Bueno pues las vamos a comprar, ¿tú las quieres, cierto?

Luna.- No papi, no nos lo podemos permitir, me lo dijo mami, cuestan mucha plata, mucha plata.

Armando.- Pero a ti te gustan mucho, papá se puede gastar esa plata, cariño.

Luna lo miró asombrada.

Luna.- ¿Sí papi?, pero la platica es para comprar la comidita... mami me dice que Gabriela y Susana, tienen mucha plata, pero nosotros no podemos gastar en caprichos, que no sirven para nada.

Doña Julia, que escucha la conversación, no puede reprimir una lágrima furtiva, al oír a la niña, lo conforme que está, con la realidad de los recursos económicos de su madre. Le parece escucharse a si misma con su Betty, cuando ésta quería algo que estaba de moda y otros niños tenían :”No mamita, no puede ser, no nos lo podemos permitir. Es un capricho y vale mucha plata, esa platica es para la comida Bettica y para los estudios.”

Armando.- Mira mi amor, es cierto que mami no tenía esa plata, para esos zapatos, pero yo... yo tengo un trabajo muy bueno y gano más plata, y te los puedo comprar, si tú los quieres, claro está.

Como es lógico, un rato después, Luna suspiraba, mirando feliz sus “zapatillas verdaderas de Barbie”, mientras papá y la abuelita Julia, encargaban al mesero del restaurante el almuerzo.

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Con un whiskie en la mano, se sentó en la sala a mirar, por enésima vez, el álbum de fotos de Luna, al que ya se sumaban, las de ellos dos juntos, en Ecomoda, en el zoo, con los abuelos, con la abuela Julia, montada sobre “King”, el día de su cumpleaños, con Oriana...

Historias de Betty, la feaWhere stories live. Discover now