La otra capítulo 3

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Armando no podía creer lo que Betty acababa de decirle. Se ofrecía generosamente a ser su amante, “la otra”, como tan gráficamente había expresado en pocas palabras.

Armando.- ¿Vd. haría eso por mi Betty?... ¿Vd. haría eso por nuestro amor?...

Betty, cierra los ojos y suspira profundamente, para luego volver a abrirlos y decirle mirándolo a los ojos.

Betty.- Yo daría tranquilamente la vida por Vd. doctor, de hecho ya la he dado en todos estos meses que llevamos juntos. Yo le amo doctor, sin dobleces, sin egoísmos, solo deseo que Vd. sea feliz y si el único modo de que esto se pueda conseguir es este, pues este será. Deberemos tener mucho cuidado en que no nos descubran, solo pensar en que mis papás sepan y pasen por ese dolor y esa vergüenza, me supera.

Armando, solo alcanza a decirle en un susurro.- Betty, mi Betty...

Y la vuelve a besar.

Betty.- Ahora debe regresar a su cuarto, que tal que doña Marcela le eche de menos, nos veremos en media hora en la “chiva”...

Armando, la vuelve a besar.- Y esta noche en su cuarto, eso puede Vd. jurarlo, el B2- 308, si me pudiese conseguir un duplicado de la llave, sería mucho más fácil...

Betty, busca en su bolso.- Tómela, como el cuarto es doble, me dieron dos tarjetas...

Armando, de nuevo la besa.- Gracias mi amor, vengase por acá detrás conmigo y desde ahí accederemos al hotel sin que nos vean desde los balcones de mi zona, no quiero que me ande sola en la oscuridad. Vamos por aquí...

Cuando Armando llegó al cuarto, Marcela ya estaba vestida y secándose el cabello, con evidente gesto de mal genio. Él se sentía tan feliz, que entró relajado y sonriente cargando diversas revistas que tuvo la precaución de comprar, así como un bote de protección solar.

Marcela, ácida.- ¿De dónde viene?... no me has respondido al celular, ¿por qué no me dijiste que te ibas?...

Armando, dejando lo que trae sobre la mesa y haciéndose el inocente.- Bajé a comprar algunas revistas, no teníamos nada que leer, y bronceador, lo mismo si mañana bajamos un rato a la playa o a la piscina, nos hace falta. No te he dicho nada, porque no me iba a volar, solo he estado unos minutos en el vestíbulo y dices que me has llamado, pues sí, pero el celular está sobre la mesilla de noche, no me lo llevé... relájate Marcela, que venimos a descansar y a disfrutar un poco... Anda acaba de prepararte y vamos a bajar, que no quiero que nos esperen ya que fueron tan amables de invitarnos de última hora.

Cuando se incorporan al grupo de invitados de Cata, Armando descubre a un tipo alto, con pinta de extranjero y muy bien parecido, que parece simpatizar mucho con Betty, de hecho le comenta cosas, ambos se ríen, se les ve muy cómplices. El demonio de los celos hace su aparición y la inseguridad que siente de no merecer un amor como el de Beatriz, le empieza a embargar.

Tomando de la mano a Marcela, se acerca a ellos dos, que están saludando a todos los que suben a la chiva, y se dirige a Betty.

Armando, con evidente enfado en la voz, que sorprendió a todos los que le oyeron, pero no a Betty, que sabía porque era.

Armando.- Beatriz... ¿nos presenta a su amigo?...

Betty, le sonríe.- Ojojojojojoj... disculpe doctor. Vea el señor Michel Doinell, es un empresario francés del ramo de la restauración, muy amigo de doña Catalina, de hecho yo lo conozco solo del par de días que estoy aquí, pero es muy amable.

Michel, saluda educado a Armando y a Marcela.- Enchanté...

Betty.- El doctor Armando Mendoza, presidente de Ecomoda, y su prometida, la doctora Marcela Valencia, ambos son dueños, junto con sus familias de la empresa.

Historias de Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora