49. El diario de Jimi

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Los padres de Evan le compraron un auto por su cumpleaños. Así que él contaba los días para que le dieran su licencia de conducir. Había estado practicando con George y su hermano Christopher de vez en cuando. Yo lo acompañé siempre y me hacía feliz verlo así de emocionado. Todo parecía ir bien hasta que vi mis calificaciones y descubrí que eran más bajas de lo que pensé que tendría. Al parecer me concentré en divertirme en lugar de hacer algunos deberes.

— Estamos a principios de Mayo, aún puedes recuperarte— me dijo Laura—. Habla con algunos profesores, estoy segura de que algo se puede hacer. ¿Cómo es que pasó eso?
— Es que me emociona que Evan ya vaya a tener su licencia de conducir— dije.
— Sí pero la persona que debería estar enfocada en eso es él, no tú.
— Es que me preocupo en su lugar porque él lo está tomando bastante bien— dije—. Sus calificaciones de hecho subieron.
— Es porque Zac ha estado estudiando con él— dijo ella—. Lo que me hace pensar que él es un robot. Me está ayudando con mi campaña electoral, sus calificaciones son perfectas, ayuda a Evan a estudiar, lidera el consejo estudiantil, tiene una relación con Will envidiable y todavía le queda tiempo para preocuparse por Madie.
— No sé cómo le hace, yo sólo miro a Evan y se me olvida todo lo demás— dije.
— Pero está bien, no hace falta que te presiones tanto. Zac está así de enfocado porque ya es de último año y los exámenes universitarios están a la vuelta de la esquina. Jason se ha estado tomando todo muy en serio también.
— Sí, debe ser por eso— dije.

Decidí que lo mejor era hablar con los profesores para ver si había alguna forma de ganar puntos extra.
No entendía bien cómo fue que llegué ahí, nunca tuve problemas con mis clases. Eso mismo pensaron mis profesores y todos me permitieron realizar algunos proyectos para subir mi promedio. Eso me mantendría bastante ocupado así que le dije a Evan que ya no podría pasar tanto tiempo con él.

— Pero tus calificaciones están bien— dijo—. Aún cuando bajaron un poco siguen siendo mejores que las mías.
— Me dieron una oportunidad para subirlas y lo haré.
— Bien. Entonces visitaré a mamá todas las tardes. Porque de otra forma Zac me verá no haciendo nada y me obligará a estudiar.

Eso me pareció algo muy bueno. Podría visitar a su madre y volverse más unida a él si es que era posible ser más cercanos porque su relación había mejorado demasiado, tanto que ya hasta se contaban secretos (yo no sabía cuáles porque Evan no me decía nada), imaginé que las cosas no cambiarían tanto en un par de días. Pero no fue así.
Evan apareció una semana después diciendo que una amiga de su mamá le había pedido modelar para su tienda de ropa.

— ¿Qué?— dije.
— Es que Edith va a sacar una nueva colección y dijo que soy perfecto para eso.
— ¿Quién es Edith?— dije.
— La amiga de mamá. ¿Nunca te conté de ella?
— No.
— Pues tiene una tienda de ropa pequeña en la ciudad capital y para presentar la próxima línea en su sitio web, quiere que forme parte de los modelos que aparecerán usando sus diseños. Sólo será una sesión de fotos y le dije que sí porque me insistió mucho. Aunque realmente no sé si pueda, honestamente estoy muy nervioso. Pero mamá dijo que ella podría enseñarme algunos trucos para hacerlo mejor. Así que después de clases iré con ella para aprender. Puedes venir conmigo.

Yo quería ir, de verdad quería. Pero me había prometido a mí mismo no acompañarlo cuando visitaba a su madre para darle espacio. Así que le mentí y le dije que aún no terminaba mis proyectos extra cuando la verdad era que ya no tenía nada por hacer. Como Evan no estaba, yo sentía que iba a enloquecer por la ansiedad. Así que decidí que lo mejor era distraerme un poco. Fui a visitar a Zac pero no estaba, había ido a ver a Will. Así que fui con Laura. Estaba en su puerta cuando Jason me habló desde la ventana de su habitación en el segundo piso.

— Laura acaba de salir con su madre— me dijo.

Atravesé la calle hasta estar debajo de su ventana.

— ¿Sabes a dónde fue?— pregunté.
— No realmente, sólo la vi irse. ¿La necesitabas urgentemente?
— No, sólo quería visitarla para perder tiempo— dije—. No tengo nada qué hacer realmente. ¿Puedo perder mi tiempo contigo? No quiero ir a casa. Mamá está con la abuela y todo está muy silencioso...
— Está bien, sube.

Me dirigí a la puerta. Esperé a que bajara para abrirme. Entré y subí los escalones. Él me invitó a pasar a su habitación. Al parecer estaba estudiando.

— ¿Estás seguro de que no te estoy interrumpiendo?— pregunté.
— Para nada.
— Pero parece que estabas estudiando.
— Eso hacía pero necesito un descanso— dijo.
— ¿Es para la universidad?
— Así es, estoy revisando algunas guías de estudio que Zac me prestó.
— ¿Él ya no las necesita?
— No, es un genio. Apuesto a que pasará el examen de admisión de la misma forma que pasó el del instituto: sin cometer un solo error. Pero como yo no soy él debo esforzarme.
— Yo creo que también eres un genio— dije.
— Gracias, no necesitas adularme pero lo agradezco.
— No es una mentira. Nos has ayudado mucho.
— No creo que ayudar a otros sea una genialidad. Pero sí debería ser un principio humano básico, casi un requisito. ¿Qué sería de nosotros si no nos ayudáramos mutuamente?
— Ojalá todos pensaran eso— dije—. La verdad no sé qué es lo que hace que las personas se vuelvan malas y egoístas.
— La vida suele ser especialmente difícil para algunas personas— dijo él—. Y los malos tiempos en veces sacan lo peor de la gente. No significa que sean malos, sólo que están desesperados.
— ¿Eso es lo que le pasó a Madie? ¿Estaba pasando por un mal tiempo y en su desesperación salió huyendo?

Él me observó.

— Algo así— dijo él bastante serio.
— Es como lo que hizo Zac cuando Will le dijo cómo se sentía— dije.
— El amor le hace cosas muy extrañas a las personas. Principalmente cuando no es correspondido.
— A mí me ha puesto triste— dije.
— Esa sería la respuesta natural de casi todos los humanos pero en veces no es así.
— ¿Tú has amado sin ser correspondido?— pregunté.
— Sí, la verdad es que sí.
— ¿Es Madie? ¿Es ella a la que amas?

Él me observó.

— No... en parte— dijo muy tranquilo.
— ¿Qué significa eso?
— Que no es ella la persona que me gusta. Pero al mismo tiempo no me molestaría si yo le gustara.
— ¿Y eso tiene sentido?
— Parece que no pero a la vez sí. La persona que me gusta sólo me ve como un amigo y estoy empezando a pensar que nunca le voy a gustar. Aún cuando me gusta demasiado y haría cualquier cosa por ella, si no soy correspondido no tiene caso que me quede esperando que un día desarrolle sentimientos por mí. Podría no pasar jamás. Por otro lado, Madie es alguien a quién he logrado conocer profundamente. Sería un honor que yo le gustara a alguien así. Es decir, me gustaría que me gustara y que ella también me quisiera. Podríamos funcionar.
— ¿Y qué hay de la otra chica? ¿No pelearías por ella?
— Si a ella no le gusto, no.
— Pero no lo sabes— dije.
— Sí lo sé. En este mismo instante no le gusto para nada. Creo que me ve como un hermano. Es un poco triste pero a la vez me reconforta saber que me quiere un poco, aunque no sea de la forma que yo quiero.
— Lo siento— dije—. Mereces que te quieran mucho.
— Gracias. Pero está bien, me conformo con poder estar cerca de ella y verla feliz.
— Además podrías gustarle a Madie próximamente. Las personas cambian. A Will le empezó a gustar Zac después de un tiempo y ahora están juntos.
— Sí, tal vez yo podría tener una suerte parecida. Si el destino me trae algo bueno, no lo voy a contradecir. Al mismo tiempo si algo resulta no ser para mí, trataré de no ponerme muy triste.
— Eres muy maduro. Manejas muy bien tus emociones. Yo suelo dejar que me dominen en veces. Sobre todo últimamente. Así que trato de no pensar mucho en mí.
— Eso suena bien pero no lo es— dijo—. Puedes hacerlo un par de veces para evitar la ansiedad pero no puedes huir de tus emociones siempre.
— ¿No es lo que tú estás haciendo?
— Jimi, es muy diferente saber cuando debes controlar tus emociones maduramente a dejarlas de lado totalmente. No es saludable.
— ¿Por qué?— dije.
— Porque se acumulan... y eventualmente explotas. Si sientes algo, debes decirlo. Debes lidiar con él. Aún si no quieres. Aún si no es fácil. Aún si no lo entiendes y te asusta.
— ¿Aún si no sé qué es?
— Principalmente si no sabes qué pasa.

Lo observé. Sabía que él tenía razón pero... en ese instante parecía más fácil olvidarme de lo que sentía que hablarlo. Quería ser como él, quería poder manejarlo por mí mismo. Además no sabía qué me pasaba. Sólo sabía que las cosas no se sentían bien.
Así que decidí que podía manejarlo todo. Y me quedé callado.

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