199. El diario de Zac

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Jason se acercó rápidamente a mí. No quería llorar pero me sentía terrible. Nos quedamos en silencio muchos minutos probablemente porque ellos querían darme un espacio para que me tranquilizara.

— Lo siento— me dijo Jason preocupado cuando vio que me veía mejor.
— Está bien— dije mientras me limpiaba la cara con la mano—. Sé que no podría ser de otra forma. Él no está feliz con esto así que...

Jason sostuvo mi mano. Parecía muy angustiado.

— Estaré bien— dije.
— Eso es más que evidente— dijo la doctora Harper—. Se ve que eres muy fuerte. Pero no debes serlo todo el tiempo. Si quieres llorar, hazlo. No te preocupes por nosotros. Nunca te juzgaríamos por eso. Entendemos qué ocurre.
— Sí, es más, si quieres te abrazo— me dijo el doctor Harper—. O te canto una canción. Eso siempre tranquilizaba a William cuando era pequeño.
— No hace falta pero lo agradezco mucho— dije.
— Entonces toma esto— dijo ella.

Me ofreció algo. Lo tomé. Era un caramelo. Le quité la envoltura y me lo metí a la boca. Era de cereza.

— Gracias— dije.
— Los caramelos hacen felices a las personas— dijo ella—. Por eso siempre cargo con unos a donde sea que vaya.
— Will también lo hace— dije—. Sin falta. Cada mañana cuando se cambia de ropa siempre toma varios y los mete en sus bolsillos y por todas partes. Suele perder sus cosas y se le olvidan ciertas cuestiones pero siempre recuerda llevar caramelos.

Ella parecía levemente sorprendida. Se sentó a mi lado.

— Es muy torpe para muchas cosas— dijo ella—. Pero veo que no te importa ya que aún así quieres casarte con él.
— Sí, William debe estar muy feliz— dijo el doctor Harper.
— No exactamente— dijo ella—. Conozco a William tan bien que sé que le preocupa no ser aceptado por el padre de Zachary. Así que no le gustará saber que el señor Benette vino hasta aquí por eso.
— ¿Y qué debería hacer yo para evitar que se sienta preocupado?— dije un tanto triste.

Ambos me observaron.

— Pequeño Zachary, ya le diste un anillo— me dijo el doctor Harper—, ¿No te parece que ya has hecho suficiente?
— No, yo no quiero que se preocupe para nada... aunque ya debe estar muy preocupado ahora mismo.
— No puedes evitar que se preocupe— me dijo ella—. Porque si te ama estará así toda la vida. Es inevitable.
— Sí, lo angustiante sería que no le preocuparas— me dijo el doctor Harper—. Pero en ese aspecto puedes estar tranquilo. William es naturalmente alguien que se preocupa por todo. De niño le angustiaba que uno de sus osos cobrara vida y se quejara de los servicios médicos que le brindó.

Me reí. Luego me sentí muy mal. Comencé a llorar sin saber bien porqué. Jason estuvo a mi lado todo el tiempo. Intenté tranquilizarme pero no pude. Me sentía muy herido. Debía verme terrible. Estuve así un rato mientras los demás estaban a mi lado en silencio. Nadie habló pero me sentí mejor simplemente al no estar solo.

Entonces Will llegó. Parecía preocupado y cansado. Nos miró atentamente. Se acercó un poco. Su madre se levantó del sofá.

— Creo que es momento de que nos vayamos— dijo ella.
— Sí, ya no somos necesarios— dijo el doctor Harper.

Se acercaron a la puerta. Pasaron al lado de Will.

— Hay cosas que debes ir a recoger a la casa si no quieres que las desechemos— le dijo ella, luego abrió la puerta.
— Sí, son cosas como el pequeño maletín de allá— le dijo su padre.

Will parecía confundido. Iba a decirles algo cuando yo hablé.

— Esperen— les dije, se detuvieron y me observaron—, gracias por ayudarme con mi padre. No sé qué hubiera pasado si no estuvieran ustedes aquí.
— En realidad no fue para tanto— dijo el doctor Harper feliz—. Creo que no pasó nada porque lo asustamos mucho. Siempre quise imtimidar a un alcalde así que es un sueño hecho realidad.
— Pero espero que no vuelva a ocurrir— dijo ella, luego miró a Will—. Felicitaciones por tu compromiso.

Secretos de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora