160. El diario de Alex Harper

61 16 13
                                    

No, era imposible. No podía gustarme Neil, era el padre de Zac, alguien que tenía mi edad y que estaba saliendo con mi hermano. Simplemente era impensable. Es decir, Neil era lindo y me agradaba mucho pero... no podía gustarme, sería demasiado extraño. No tendría sentido. Así que en las siguientes horas del día odié a Tom por poner esa idea en mi cabeza porque yo no dejaba de pensarla.
Tanto que no disfruté ver King Kong con Neil por estar pensando en qué se habrá basado Tom para decir algo así.

— Odio las torres— dijo Neil cuando terminó la película.
— Yo también— dije—. La altura me paraliza. Debiste ver el trabajo que me costó siquiera acercarme a la orilla del edificio la última vez que intenté suicidarme.

Neil me observó atentamente.

— ¿Ya arruiné el momento con mi comentario sobre suicidio?— dije.
— No, es sólo que... bueno, un poco sí. No me gusta recordar que trataste de hacer eso. Me pone triste.
— Es triste— dije—. No desde el punto de vista de mis padres pero sí desde el de la gente que me quiere ver vivo. Como Will.
— Como yo— dijo—. De verdad es terrible recordar que en algún momento de tu vida estuviste muy triste. Me hubiera encantado conocerte en ese instante. 
— Sí, probablemente habrías evitado que yo hiciera algo así de estúpido.
— Me hubiera gustado darte un abrazo— dijo—. Y decirte que todo estaría bien. Que eras más fuerte de lo que parecías y que el dolor que sentías no siempre sería tan paralizante. Que en algún momento volverías a sonreír. No sé si me hubieras creído pero...
— Probablemente lo hubiera hecho— dije—. Es decir, mírame ahora, si me dices en este momento que los aliens existen, te creeré sin dudarlo. Así de fuerte es mi confianza ciega en ti.
— No deberías, también puedo equivocarme— dijo.
— Pues hasta ahora siempre has tenido razón. Excepto esa vez cuando creías que debíamos dejar de ser amigos. Ese sí hubiera sido un error terrible. Te necesito, es más que obvio.
— Y yo te necesito a ti— dijo—. Definitivamente hubiera sido un error. Así que gracias por no enojarte conmigo por hacer algo tanto tonto.

Sonrió. Imaginé que simplemente ese comentario acababa de darme diez años de felicidad. Entonces lo pensé. ¿Qué tan normal era eso? Porque yo no solía sentirme así con nadie.

— Deberíamos ir a pasear por la ciudad— dijo—. Aún es temprano.
— De acuerdo— dije—. Pero si veo algo que quiera comprar, deberás comprármelo porque será tu culpa que lo deseé tanto puesto que tú quisiste salir.
— Está bien— dijo—. Así que vamos.

Ya en la ciudad mientras estábamos bebiendo café en un lugar bonito, lo pensé. ¿Neil hacía todas esas cosas con Zac o sólo conmigo?

— ¿Alguna vez has llevado a Zac a alguna parte?— pregunté.
— Zac siempre está ocupado— dijo Neil—. Así que no. Además no quiero abrumarlo con mi presencia. Entiendo que debe ser difícil de procesar que soy su padre biológico así que quiero que se acostumbre a la idea y que sea él quién se acerque a mí cuando sienta confianza. No quiero alejarlo exigiéndole tiempo, así que no, no hemos tenido la oportunidad de hacer muchas cosas juntos.
— Deberías llevarlo a comer algún día— dije.
— Pero Zac cocina muy bien. Si tengo que comer algo, preferiría que fuera lo que él prepare.
— Ese no es el punto— dije—. Me refiero a que deberías pasar más tiempo con él, porque creo que has estado más a mi lado desde que llegaste que con él.
— Zac no se ha quejado para nada— dijo—. Y le dije que era libre de hacer comentarios sobre nuestra relación si sentía que estaba siendo muy apresurada o muy lenta.
— ¿Y crees que Zac te diría algo así a ti, que lloras viendo el Titanic?— dije.
— ¡Es muy triste todo lo que pasa ahí!— se quejó Neil—. Y Zac sabe que estoy abierto a la comunicación aún si lo que tiene que decirme no es agradable.
— Mira, te diré lo que pasó. Zac seguramente antes estaba poseído por algún demonio pero cuando empezó a salir con mi hermano, lo exorcisó de alguna forma y después le pasaron todas estas cosas que lo dejaron muy sensible y ahora es como la reencarnación de Jesús así que aunque algo no le gustara de ti, no te lo diría para no herirte y para no causar problemas.
— Pero Zac y yo quedamos en ser totalmente abiertos.
— Si algo malo te pasara, ¿Se lo dirías a Zac? Imagina que tienes un accidente con tu auto. No mueres o te lastimas... sólo es el auto el que sale destrozado. ¿Se lo dirías?
— No, no parece algo que él deba saber.
— Bien, ahora imagina que empiezas a salir con alguien. ¿Se lo dirías a Zac? Porque sin duda es importante, pero imaginemos que no es nada serio, simplemente tú y esta persona están viendo si son compatibles. ¿Se lo dirías a Zac?

Secretos de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora