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—¿Dónde crees que estará? — preguntó una madre preocupada.

—Quizás se enamoró y encontró pareja.

—¿Tú crees? Pero sigue siendo mi bebé.

Dahyun está mirando por la ventana, buscando rastros de Hiri que se fue como siempre, a buscar aventuras, amoríos, lo que sea, es un gato, sabe cuidarse por sí sola, pero su madre es sobreprotectora.

—Dubu, es una gatita aún, solo se está adentrando en el mundo gatuno, dudo que aparezca con otro gato.

—Tampoco lo tiene permitido.

—Eh no, tú lo dijiste.

Parece que el frío incrementa cada vez peor, se hace más imposible salir afuera por los metros de nieve que hay, los mantienen a un nivel moderado, pero no para de nevar por lo que se complica, salimos solo a hacer las compras, o si es verdaderamente necesario.
Sobre nuestra huerta pusimos un invernadero, para que las plantas tengan una vida longeva, lo propio siempre sabe mejor.

—¿Y si se enferma? Hace mucho frío afuera.

—Hermosa, dejá de preocuparte, no le va a pasar nada.

Se estresa mucho por Hiri, cuando tiene la oportunidad la cuadrúpeda lo único que hace es rasguñarla y morderla, jugando claro, ya que en las noches duerme a sus pies, es como una bolsa de agua caliente.

Bostecé.

—¿Tienes sueño Sanita?

En realidad sí, hoy me desperté bastante temprano, sin razón aparente, no pude dormir bien.

—Un poco, sí.

—¿Por qué no duermes un rato?

—¿Sabes? Es una maravillosa idea.

Una pequeña siesta nunca viene mal, le hice caso a mi novia y me dirigí hacia nuestra habitación para desparramarme en la cama con las 300 cobijas encima.

...

Qué bien que viene dormir un rato, y que placentero es estirarse luego de una buena siesta.

Tengo 0 ganas de levantarme, la cama está tan cómoda que ni lo estoy considerando, y estoy tan calentita que sería una pena desperdiciar tal satisfacción.

Me puse de costado y agarré la almohada de Dahyun para abrazarla muy fuerte, tiene su fragancia.

Oí que Dahyun abría la puerta despacio, junto con el resplandor de afuera que me daba justo en el rostro, mi mueca de que había disgusto quedaba expuesta, ya no podía seguir fingiendo que dormía.

—Amor.

Se acercó despacio a la cama para sentarse junto a mí, pudiendo así sacudirme calmadamente.

—Mmm sí.

—Perdón que te venga a despertar...

—Ya estaba despierta hermosura.

—Qué bueno, porque tenemos visitas.

Me senté, ¿Visitas, con este clima?

—Qui-

—Mejor baja conmigo.

No entiendo, de todas formas hice lo que me dijo, salí de debajo de las frazadas, me despabilé un poco más y salimos las dos juntas. Le pregunté de vuelta quién era pero no me contestó.

Para encontrarme con algo que no me esperaba.

—¿Mamá?

Miró hacia dónde yo estaba, desde el sillón, para levantarse como un rayo y venir rápido hasta mí.

Culpable de amarte || SaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora