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Seúl, 6 PM.

—¡Dahyun!, ¡¿Dónde estás mujer?!

—Estoy aquí, Jin, ¿Qué ocurre? — preguntó Dahyun tartamudeando.

Estaba escondiéndose de él, quién fue a tomar alcohol con sus amigos después del trabajo y llegó borracho a la casa.

—Ven aquí. — la agarró del brazo y comenzó a intentar besarla, acercándola con fuerza hacia él.

—No Jin, por favor, me lastimas. — la estaba apretando, ya que Dahyun intentaba safarse del agarre.

La situación actual se repetía bastante seguido, él llegaba borracho, y trataba de abusar de su poder de cualquier forma posible. Y desgraciadamente la principal víctima era Dahyun.

La chica ya estaba acostumbrada a este tipo de escenas, porque según su prometido ella era la principal causante.
Según su prometido era su culpa cualquier tipo de fracaso que a él le sucediera, dice que desde que entró a su vida nada le sale bien. Cómo cuesta asumir los propios errores...

—Desgraciada. — se deshizo del agarre y la miró con una mirada amenazante. —Tengo hambre, haz algo de comer. — le escupió en la cara y luego la empujó, pero no con la fuerza suficiente para que se caiga al suelo.

—Y más te vale hacerlo bien. — sin siquiera escuchar su respuesta, la que de todos modos nunca llegaría, el hombre se dirigió hasta la habitación de ambos y se tiró en la cama.

A Dahyun ya ni lágrimas le salían, hacía bastante que había aceptado su destino, sin embargo aún no perdía la fe.

Osaka


Ya hacía una semana que Sana se encontraba en Japón, poniéndose al día con su abuela, y disfrutando al máximo de su compañía, era consciente de que a una de sus personas favoritas no le quedaba mucho tiempo, y quería aprovecharlo lo más posible.

Pero ese día, había decidido salir a recorrer la ciudad que tanto extrañaba, feliz de aunque sea sacarle el mayor provecho por un corto periodo de tiempo. Además, su principal objetivo de esa tarde era conseguirle el regalo que le había prometido a Dahyun, quería escoger algo que tuviera algún tipo de valor, un compromiso, una unión.

Sin embargo, estaba sola, su abuela no estaba en su mejor faceta. Tenía planeado quedarse a cuidarla, pero la anciana se lo negó. En consecuencia se encontraba deambulando por las calles, pensando que debería comprar.

Estuvo un buen rato mirando los distintos negocios, hasta que se encontró con alguien, una de sus mejores amigas con exactitud.

Ella estaba mirando para otro lado, así que se acercó a sorprenderla. —Hola señorita, ¿Cómo está tanto tiempo? — la otra chica no tardó ni un segundo en reconocer esa voz, que ya la estaba abrazando.

—¡Sana! ¡Por Dios! ¿Qué haces aquí?

—Estoy aquí por mi abuela, llegué hace una semana, no sabía que estabas aquí tú también.

—Vinimos con mi madre de visita, te extrañé mucho. — dijo esto y la abrazó aún más fuerte.

—Yo también Mina.

Concluyeron el abrazo, mirándose felices, ambas con una sonrisa en el rostro. La última vez que se vieron fue hace aproximadamente 6 meses, el padre de Mina también era comandante, así que a dónde él iba, ella también, claro, con las mismas condiciones que Sana. La coincidencia es que a ambos padres los asignaron a Corea, solo que a diferentes regiones, es una fantasía que se hayan encontrado.

Culpable de amarte || SaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora