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Era aproximadamente las 7 de la mañana y pude sentir como un rayo de sol me apuntaba en la cara, siendo el causante de que me despertara a estas horas.

No quería levantarme, me apetecía seguir durmiendo, pero no era una opción. Tendría que ver a Amida y no lo puedo evitar, qué frustración.

Seguramente el resto de personas en la casa ya estaban despiertos y levantados, y haciendo sus tareas diarias.

Ya era la hora del desayuno, seguramente lo están preparando, así que mejor bajo al comedor y le ahorro el trabajo de venir a buscarme a Jeongyeon.

Como estaba mi padre, me voy a poner un vestido, más específicamente un kimono, como se espera de toda japonesa y más si está en otro territorio.
Por lo general yo uso pantalón, aunque no esté bien visto me siento cómoda con eso, pero con la presencia de mi papá esto sería imposible porque le parece inmoral.

Unos instantes más tarde bajé y ahí estaba, hablando con mi madre, tenía una cara indescifrable, parecía que mostraba disgusto. Seguramente ya se enteró lo de mi abuela.

—Buenos días. —Dije fingiendo una sonrisa.

Amida se dio vuelta para verme, y se acercó a saludarme. —Hola Sana, bienvenida de vuelta. —hizo una reverencia la cuál copié. Clásico de él, no mostrar afecto alguno.

Me senté en la mesa junto con ambos, a esperar el desayuno, ellos siguieron hablando, no sé de qué tema y tampoco me importaba, por suerte apareció Jeongyeon y nos sirvió el desayuno. —Buen provecho. —comentó y volvió por donde vino.

Afortunadamente el desayuno estuvo tranquilo, ya casi terminábamos hasta que escuché una pregunta proveniente del masculino, dirigida a mí. —Sana, ¿Tienes planeado volver a Japón? Digo, por la abuela.

—Por ahora no, está estable así que me quedaré aquí un tiempo.

Creo que la razón por la que no me hacen casarme aún es mi abuela, como no puede venir a Corea y tiene que quedarse en Japón, yo soy la única que puede ir a corroborar su estado. No me quejo, disfruto un poco más mi vida antes de que me vuelva en una infeliz.

No quiero casarme, y menos con un hombre, no me gustan, pero nadie sabe esto, solo mi abuela porque se dio cuenta y aunque creo que mi madre sospecha, no estoy segura. Pero tampoco lo puedo decir porque no se que pasaría conmigo, me meterían en algún loquero seguro, ya he escuchado casos y no quiero que eso me ocurra a mí. Estar con una persona de tu mismo género es como un crimen, por no decir que así lo consideran.

Unos pasos interrumpieron mis pensamientos. —Señor, llegó un comunicado del cuartel, dicen que lo necesitan. —le dijo Jeongyeon a mi padre, él solo asintió y ella se retiró luego de hacer una reverencia.

—Bueno, me tengo que ir, nos vemos a la hora de la cena. —nos avisó mientras se levantaba para irse.

Con mi madre nos quedamos solas, a punto de levantarnos para irse cada una por su lado. —Hija, voy a la modista, ¿Quieres venir? —no tenía nada que hacer así que le dije que sí.

—Voy a buscar algo a la habitación y luego salimos. —dicho esto comenzó a subir los escalones y la perdí de mi vista.

Me quedé esperando en la sala de estar por unos momentos hasta que apareció de vuelta.

—¿Vamos?

—Claro.

Fuimos caminando porque mi mamá no quería usar el auto, dijo que necesitaba tomar un poco de aire fresco. No me negué, odiaba movilizarme en el auto para distancias relativamente cortas.

Vivía en un barrio donde no había mucha gente, apenas algunas casas al rededor, las suficientes como para que no haya desolación. La modista quedaba a unos tantos metros de nuestra ubicación.

Me aburría la idea de quedarme esperando mientras veía a mi progenitora elegir telas, así que le dije que me iba a vagar por ahí un rato.
Me dijo que no me aleje mucho para que me pueda encontrar y eso hice.

Me quedé estudiando las casas vecinas, no tenía idea quiénes vivían ahí, porque cada vez que venía era por poco tiempo y nunca interactué con nadie.
Y me parecía buena idea comenzar a socializar hoy, pero parecía un pueblo fantasma, justo en ese momento no había nadie.

Esperé aproximadamente 15 minutos hasta que mi madre volvió y empezamos a caminar de vuelta a nuestra casa.

Nada raro, ninguna hablaba, cada una iba mirando para otro lado, pero vi algo que llamó mi atención, era una persona, al fin, estaba entrando en su casa aparentemente, llevaba un hanbok, claramente una mujer.

Nos íbamos acercando cada vez más y me enfoqué en mirarla mejor, tenía el cabello negro y la piel muy pálida, debe ser adinerada con ese color de piel, pude ver sus rasgos, los cuáles me parecieron hermosos, únicos, es de aquí, lo noté al instante.

—¿Qué miras hija? — salí de mis pensamientos enseguida y me volteé a ver a la señora que estaba a mi lado.

—Nada, solo escaneo la zona. —volví mi vista a esa mujer pero ya no estaba.

Qué decepción, me quería acercar a ella, mañana será, de todas maneras recordé que mi madre seguro la conoce, así que le preguntaré.

—Mamá, ¿Quién vive en esa casa? —le pregunté mientras señalaba con el dedo la edificación.

—Un hombre y su esposa, o futura esposa creo, ¿Por qué?

—Solo curiosidad.

—¿Solo eso?

—Sí. —respondí secamente.

Era obvio que no es solo curiosidad, esa mujer me llamó mucho la atención, parecía de la clase alta, no entiendo que estaría haciendo aquí, esa casa era poco lujosa, y dudo que esté casada con un hombre que no tenga dinero, quizás es su zapatero y va seguido.

Terminamos el recorrido y volvimos a mi casa, yo fui a mi habitación y mi madre no sé, quizás fue a supervisar a las criadas.

Me senté en la cama para poder pensar sobre esa mujer, más bien adolescente, porque parecía de unos 16 años, que estaría haciendo ahí, necesito información.

Jeongyeon. Jeongyeon debe saber, vivió toda su vida aquí y apuesto a que la conoce, además es bastante sociable. Sin decir más me levanté de la cama y fui a buscarla.

Por suerte estaba en la cocina. —Jeongyeon, ¿Estás ocupada?

—No señorita, ¿Qué ocurre?

—¿Tú conoces a todos los que viven por aquí, no cierto?

—A la mayoría, sí. ¿Por qué?

—Porque hace un rato vi a una mujer, mejor dicho, a una chica, muy blanca y de cabello negro entrando a una casa, bastante humilde, y ella no parecía ser, cómo lo digo, no daba esa impresión.

—Ya sé a quién te refieres, no la conozco mucho pero la he visto donde dices, es todo un misterio.

—¿Un misterio?

—Sí, no está demasiado en la calle, pero siempre que sale es por un rato, me enteré por fuentes externas que vive con el dueño de la casa, supuestamente está comprometida con él, eso es todo lo que sé.

—Está bien, gracias Jeongyeon.

Fui hasta el jardín a pensar en lo que acabo de oír y así sacar mis propias conclusiones.
Nada se me venía a la mente, tendría que conocerla, me intrigaba, así que mañana espero poder encontrarla y entablar una conversación.

Culpable de amarte || SaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora