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3 meses después.

El invierno había llegado, y no había rincón de la ciudad que no estuviera completamente blanco, las nevadas habían azotado toda la región.

No era nada nuevo para nosotras, ambas en algún momento vimos nieve, pero bueno, recién ahora tenemos el placer de verla juntas, hace apenas unos días que comenzaron a caer los primeros copitos de hielo, obviamente no nos privamos de sentarnos frente a la ventana y verlos caer, con una taza de té en mano, una cobija sobre nosotras, y Hiri al lado.

El gatito, resultó ser gatita, y a Dahyun se le ocurrió la brillante idea de ponerle Hiri, en memoria de Hiriko, se fue ella para traernos a nuestra cuadrúpeda hija, o eso creemos con un poco de imaginación.

Ya bien asentadas, la convivencia resultó mejor de lo que creímos, más que algún mínimo altercado no hemos tenido, pero como siempre pudimos resolverlo.

Pusimos la huertita, y las verduras de más las vendíamos, para conseguir un ingreso extra, lo que nos dio la abuela no va a durar para siempre.

El tema con los vecinos es normal, nos llevamos bien coordialmente, la educación ante todo, a veces hablamos, otras son solo saludos, cabe resaltar que con el más joven nos llevamos veinte años de diferencia, no hay mucho de qué hablar. Sin embargo, sigue siendo mejor que Osaka, aquí no sentimos miradas acusadoras, todos creen que somos primas, y que vivimos juntas porque nadie nos quiere, ya que somos infértiles, claramente también es mentira, a situaciones desesperadas...

En este momento me encuentro en la cocina, haciendo la comida, hoy me tocó a mí, acompañada de Hiri, que está interesada en el pedazo de pescado que hay en la mesada, pobrecita, para ella hay arroz, de nuestro pequeño campo, o lo poco que quedó de él, con esta helada.

Mis habilidades culinarias mejoraron notablemente, con la ayuda de mi novia también, y su magnífica paciencia.

Luego de un rato, y con todo ya dentro de la olla, especialmente el pescado, y asegurándome de haberlo tapado bien, para protegerlo de Hiri, la intriga por saber que está haciendo Dahyunnie me ganó, aprovechando el tiempo de cocción para ir a ver.

No fue muy difícil encontrarla, estaba en la sala principal, sentada frente a un caballete, manipulando el lienzo por lo que pude ver.

—Hola hermosa, ¿Qué estás pintando?

—Secreto.

Mmmm.

—¿Puedo ver?

—Secreto dije.

—Bueno.

:(

De más está decir, que Dahyun se encargó de volver esto un hogar, puso toda la pasión posible en la decoración, esta casa tiene su firma, como un museo en nuestra historia, difícil de explicar, solo se interpreta viéndolo.

Ya que no me deja ver qué está haciendo, opté con sentarme en el sillón, con solo verla a ella me basta.

—¿No tienes nada que controlar? — me preguntó apenas viéndome por encima del cuadro.

—Sí, a ti. — mentirita, pero falta para la comida, y es más interesante mi novia, que ver cómo las verduras cambian de color.

—Ves, no puedes negar tu manía del control.

—Tú la provocas, no te puedo tener lejos.

—Lo sé.

...

En un abrir y cerrar de ojos, el día pasó rapidísimo, el atardecer en un rato se haría presente por el horizonte, por lo que me dio la idea de aprovechar los últimos minutos de luz.

Culpable de amarte || SaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora