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Ya era viernes, estaba parada frente a la casa de Dahyun, nerviosa, meditando si llamar a la puerta o no, era un poco más temprano de lo que habíamos acordado, pero estaba tan emocionada que no pude contenerme de venir antes.

Pasaron al rededor de diez segundos y no me aguanté más, toqué la puerta, siendo abierta por Dahyun casi al instante.

—Hola, Sana.

—Hola, Da... — no terminé de hablar que me tiró hacia dentro de la casa.

—Lo siento, pero es mejor que nos quedemos aquí.

—Está bien, ¿No quieres salir?

—No, no es eso, solo prefiero que nos quedemos aquí. ¿Qué quieres tomar?

Una actitud extraña, pero no me iba a negar, al fin y al cabo estaba con ella. —Lo que sea, por mí está bien.

—De acuerdo. —dicho esto fuimos hasta la sala y vi como Dahyun se dirigía a la cocina para hacer el té y demás.

Me quedé sola, sentada en el piso, frente a la mesa, como tradicionalmente se acostumbraba, giré mi cabeza para todos lados, estudiando las paredes que me rodeaban, la casa significativamente es más linda por dentro que por fuera, sigue siendo humilde, hay muchos cuadros colgados en la pared y varias manualidades esparcidas por los distintos muebles, está todo bien mantenido.

Quería ir a ayudar a Dahyun pero no quise molestarla, aunque sea no ahora, que estábamos entrando en confianza y conociéndonos.

No tardó mucho en volver. —Listo. —dijo poniendo las exquisiteces sobre la mesa, y brindándome una pequeña sonrisa. —Espero que te guste, es té verde y dasik, lo hice esta mañana. —se sentó en frente mío.

—Se ve delicioso.

—Gracias, es el favorito de Jinyoung. —Puaj, ya tenía que mencionarlo.

Probé un bocado y realmente estaba muy rico. —No solo se ve delicioso, sino que lo es también. —solo asintió y tomó un sorbo de su té.

Dispuesta a seguir la conversación y no incomodar el ambiente volví a hablar. —Qué lindos cuadros, ¿Los pintaste tú?

—Sí, casi todo lo que está acá lo hice yo.

—Eres muy talentosa, y tienes mucho tiempo también. — comenté con una ligera sonrisa.

—Sí, algo así... —se veía un poco insegura. No era mi intención abrumarla.

—Cuentame de ti, que te gusta hacer, además de pintar, claro. —le volvió la sonrisa luego de escuchar eso. Se veía en la necesidad de hablar con alguien.

—En realidad no hago mucho, la mayoría del tiempo estoy aquí, son limitadas las cosas que puedo hacer, pero dentro de casa, por lo general leo, me gusta hacer bordados. —Oh, eso me viene genial como excusa para verla, cuando pretendan que haga otro bordado para el hijo del amigo de Amida. —Aunque no mucho, siempre estoy ocupada haciendo los quehaceres, o atendiendo las necesidades de Jin.

—¿Por qué vives con él? Me refiero, se supone que tienes que vivir con tus padres hasta el casamiento.

—A mi familia la asesinaron, japoneses, pero antes de morir ya me habían emparejado, por eso vivo aquí ahora.

Después de escuchar eso no sabía dónde meterme, aunque yo no lo haya hecho, me sentía mal por saber que fueron personas de mi misma nacionalidad.

—Oh, yo... Lo siento, no sabía.

—Está bien, no es tu culpa.

—¿Y puedo saber qué fue lo que ocurrió?

—Sí... Ya pasó un año. Estábamos en mi casa, los cuatro, mis padres, mi hermano y yo, era de noche, estábamos cenando cuando tocaron a la puerta. 3 oficiales, mi padre se levantó a abrir y sin más entraron apartándolo. Apenas escuchamos esto mi mamá me dijo que me esconda, lo cuál hice rápidamente y quejándome un poco. De todas formas me escondí atrás de un mueble asegurándome de que no me vean y pude oír todo.— Dahyun estaba sollozando, pobre.— Estaban buscando a mi hermano por haberle faltado el respeto a la supuesta bandera suya, había roto una, y de alguna forma se enteraron. Mi padre intentó negociar con ellos pero fue en vano, no cedían, lo único que pudieron hacer fue resistirse, comenzaron a forcejear con ellos para evitar el horroroso destino de mi hermano, con los gritos de mi mamá de fondo. Pero a ellos se les acabó la paciencia y terminaron matándolos, en frente mío, lo vi todo.

Para ese entonces Dahyun ya estaba con lágrimas recorriendo sus mejillas, por lo que me acerqué y la contuve. —Dios mío Dahyun, qué horror.

—Ahora les tengo miedo, a la mayoría, siento que son todos iguales.

Tiene sentido porque la primera vez que le hablé me miró espantada, me detectó al instante.

—No puedo cambiar tu pensamiento, ni hablar por el resto, pero sí por mí, y yo jamás te haría daño.

—Lo sé, por eso estás aquí.

Silencio absoluto.

No sabía que responder, solo mantuvimos la mirada fija la una en la otra, por un tiempo, moría de ganas de abrazarla, pero me contuve. Dahyun ya estaba calmándose, podía sentir como su respiración se normalizaba.

—¿Y dónde aprendiste a pintar tan bien? —quería cambiar de tema.

—Mi papá me enseñó, le encantaba pintar y me trasmitía sus conocimientos a mí, tanto que ahora yo lo sigo haciendo, no solo porque me gusta, y me encanta trazar bellas obras en un lienzo, sino también porque siento que puedo estar cerca de él, disfrutábamos mucho eso.

—Qué lindo, me imagino que lo debes extrañar.

—Infinidades, más que a nadie.

—Te envidio sabes, yo a mi padre lo detesto.

—Ah, ¿Sí?

—Sí, es general, y por eso se cree que puede controlarme la vida.

—Oh, qué pena... Te entiendo.

—¿Me entiendes?

Abrió los ojos como platos, como si hubiera dicho algo incorrecto. —No dije nada, olvídalo.

—Está bien.

El tiempo pasó, seguimos hablando y merendando por un tiempo, no mucho a decir verdad, ya que Dahyun me dijo que tenía que hacer otras cosas, así que me acompañó a la salida.

—¿Quieres que mañana nos volvamos a ver? —le pregunté con una sonrisa.

—Quizás, ¿Me pasas a buscar?

—Así es.

—Entonces mañana nos vemos, adiós. —me sonrió y puedo jurar que casi me desmayo de la ternura.

Balbuceé un "adiós" y pegué la vuelta para el palacio japonés, iba feliz caminando, mañana nos volveremos a encontrar.

Pero no todo lo que brilla es oro, cuando llegué a mi casa, estaba Amida sentado en la sala. —¿Dónde estabas? Ya es tarde.

—Papá, son las 6 de la tarde.

—No interesa, ¿Qué estabas haciendo? —uy, qué le importa.

—Estaba con una amiga, tendrías que alegrarte.

Me miró un tanto furioso, no le gustaba esa contestación. —Como sea, mañana cenaremos con los Aihara, así que procura estar bien arreglada, conocerás a su hijo.

Y sin más se giró, y se fue a no sé dónde, esta noticia considerablemente arruinó mi día, pero no lo suficiente, haberme encontrado con Dahyun y saber que mañana nos volveremos a ver me ponía feliz.

Culpable de amarte || SaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora