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Fue una noche significativamente dura, me costó horrores poder dormir apenas dos o tres horas, la preocupación y el malestar me mantuvieron despierta casi toda la madrugada, sin parar de pensar en ella, no me podía quedar relajada, necesitaba ir seguido a controlar cómo estaba, aún cuando no hubiera abierto ni un ojo. Le curamos las heridas en el mismo instante que logramos subirla, cada tanto había que curarlas de vuelta, la hizo mierda ese maldito salvaje.

Le voy a devolver todo con intereses.

Mi estrés era terrible, lo notaba por todo mi ser, había bajado para desayunar, no había comido nada todavía, mi estómago se había cerrado por todo lo que sucedió, el nerviosismo me jugó una mala pasada. Sin embargo ya estaba comenzando a sentir que carecía de fuerza.

—Ya está despierta. — me informó una de las chicas que se encargaba de su vendaje.

—Gracias.

Le preparé su desayuno a Dahyun también y lo puse en una bandeja, ella debe estar sin comer desde hace más tiempo que yo, tiene que recobrar su vitalidad.

Subí y su puerta estaba arrimada, la corrí con el codo cuidadosamente de no tirar nada e ingresé. Ella me notó, puse la bandeja en la mesita de luz y me senté en la cama al lado de ella, posando mi mano en su frente.

—¿Cómo te encuentras hermosa? ¿Duele menos?

—Hola unnie, un poco mejor, siento molestias.

Sonreí, que se sienta mejor es la prioridad.

—Me alegro, ya se pasará, yo te cuidaré.

Intentó abrazarme, pero le costó.

—No te esfuerces, ven, yo te ayudo.

La agarré por debajo de los brazos y la levanté apenas, para que se pudiera sentar contra el respaldar y estar en una posición más cómoda. Nuestros hombros chocando.

Giré mi cuerpo para agarrar la bandeja y ponerla sobre mi regazo, la iba a alimentar, la comida se basaba en frutas y proteínas, que recobre fuerzas.

—Te hice el desayuno.

—No tengo hambre.

—Tienes que comer Dubu.

—No...

—Lo siento, pero no es una opción. Lo haremos despacio, come por lo menos unos bocados, de a poquito.

Realmente no quería hacerlo, me miraba con ojos tristes, entiendo que no quiera, o no pueda, pero hoy no puedo darle el gusto.

Tomé un gajo de naranja y le dije que abriera la boca, con pocas ganas obedeció, y empezó a masticar lento.

—Me duele.

—No te apures, tranquila.

Cogí una bolsa de hielo que dejó una de las chicas, semi derretido y lo mantuve en su mandíbula, para bajar la hinchazón.

Fue un suplicio todo lo que tardó en comerse la naranja completa, mas lo consiguió. Después le dio un sorbo al vaso de leche. No es la mejor combinación pero servirá.

—No quiero más.

—Está bien.

Dejé todo donde estaba originalmente y me senté en frente de ella quedando cara a cara.

—Debemos hablar.

No acotó nada, solo me miró.

—No te haré un interrogatorio, ni te haré contestar nada que no quieras, pero por favor dime la verdad.

Culpable de amarte || SaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora