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-Odio sentir- dijo Delilah a sí misma una vez que salió del corredor.

Delilah se encontraba caminando por los terrenos de la escuela, aún no muy segura de lo que debía hacer. Si bien era cierto que ella sabía que sentía algo por ambos chicos, no sabía qué hacer al respecto.

Si les decía a ambos lo que sentía por ellos, esta absurda batalla entre ellos continuaría y ella no quería tomar el lado de nadie, sabía que había algo entre esos chicos, algo que ambos se rehusaban a comentar y por como reaccionaban cada vez que se veían, sabía que era algo delicado; pero si les mentía y seguía sin hablarles, perdería la amistad de ambos.

El siguiente viaje a Hogsmeade se acercaba y casi inmediatamente después eran las vacaciones de invierno, era más que obvio que ella no podía regresar a su casa, por lo cual debería quedarse en la escuela, ella suponía que Harry también se quedaría por lo cual, si no quería que las cosas fueran incómodas, debía solucionar ese asunto con ambos, ya que tampoco quería que Draco se fuera de vacaciones sin hablar con él.

Después de un rato, Delilah decidió sentarse debajo de un árbol frondoso en uno de los jardines, la sombra era refrescante, era el mismo árbol en donde Harry y ella solían recostarse.

Aparte, también debía hablar con Susan, Justin y Hannah sobre su amistad, había estado evitándolos y eso no era muy amable de su parte, nadie había hecho nada malo y porque Delilah no pudo regular sus emociones, había lastimado a muchas personas a su alrededor que no se lo merecían.

Odiaba que pasaba la mayoría de su tiempo libre pensando en como solucionar un error que cometió con personas que verdaderamente le importaban. Esto no debía ser así, no debería estar evitándolos, al contrario, se suponía que debía estar con ellos, con sus amigos; debería estar buscando a sus padres o descifrando las visiones que veía en su cabeza.

Había una espina enterrada en ella desde que habló con Albus Dumbledore en su oficina ¿Cuál era la necesidad de mencionarle a sus padres si no le iba a decir su identidad? ¿Y por qué no quiso decirle? ¿Quiénes eran que nadie se atrevía a mencionar sus nombres en frente de ella?


Delilah estaba metida en sus pensamientos cuando sintió una presencia cerca de ella, volteo a su alrededor, intentando descifrar de donde venía; a su derecha estaba un perro de color negro deslavado, sus ojos la miraban con cautela, como si quisiera acercarse pero le diera miedo.

Al principio Delilah pensó en correr: el Grimm. La taza de de té de Harry y lo que le contó que vio antes de caer en el partido de Quidditch la incitaron a gritar, pero se detuvo al notar el estado del perro, se veía cansado y un poco triste, se sintió mal por él.

-Hola- dijo Delilah con delicadeza, levantándose con cuidado, el perro se hizo para atrás- No voy a lastimarte- sonrió Delilah con calidez, se acercó a él más lento para no asustarlo.

El perro se mostró más calmado y se acercó a olfatear la mano extendida de Delilah, y fue como si la reconociera porque inmediatamente inclino su cabeza para que ella lo acariciara.

-Que lindo perrito, tú no eres el Grimm- rio ella acariciando detrás de sus orejas, el perro gimoteo y Delilah le sonrió- ¿Qué haces aquí ¿Te perdiste?- le preguntó con una sonrisa

El perro se sentó al lado de ella, dejándose acariciar, cerrando los ojos y moviendo la cola con emoción.

-¿Tienes hambre?- le preguntó y al instante el perro levanto las orejas, emocionado.

-Iré por comida, bonito- le dio una última caricia y salió corriendo al Gran Comedor.

Se acercó a la mesa de Hufflepuff y tomo tanta comida como pudo en sus brazos, atrayendo la atención de mucha gente, sin embargo, Delilah les sonrió y todos lo dejaron pasar.

Delilah Jolet- 1 (Harry Potter & Draco Malfoy)Where stories live. Discover now