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De acuerdo, tal vez, tal vez, inflar a la tía Marge no había sido la mejor idea que tuvo, pero, en su defensa, ni siquiera lo pensó, solo sucedió.

Ya no lo soportaba, simplemente no había forma que permaneciera en ese lugar escuchando como insultaban a sus padres justo en frente de él, es cierto que él jamás les había conocido, pero sus dos años en el mundo mágico, le habían educado sobre la vida de sus padres y sus sacrificios, por lo cual no iba a permitir que dijeran que su padre era un borracho sin trabajo y su madre una tonta.

James Potter y Lily Evans no habían sido esas personas.

Los ojos le picaban de las ganas de llorar que tenía, pero no estaba triste, estaba furioso, sentía que tenía que gritar, quería huir, que en pocas palabras, es lo que estaba haciendo, estaba abandonando a la única y última familia que tenía, la única casa que tenía, todo lo que había conocido, pero nunca su hogar; aquellas personas y aquella casa jamás le habían hecho sentir como se sintió años atrás.

No supo cuando llegó a casa de ella, pero estaba ahí, en la acera de donde llegó a sentir que estaba vivo, la cual ya no era la misma, desde el segundo que ella se fue, la casa perdió todo valor; vivían otras personas que él no conocía y la verdad no le interesaba.

Constantemente pensaba en ella, pensaba en cómo ella fue la primera persona que se interesó por él, por supuesto que los años habían pasado y había sido afortunado de conocer a gente como Ron y Hermione, gente que se preocupaba por él, como los Weasley y Hagrid, pero Delilah había sido la primera y eso siempre sería importante para él.

No podía recordar qué fue lo último que le dijo, eso le dolía, no poder recordar el último momento que tuvieron juntos, porque nunca pensó que sería el último.

Siguió caminando en línea recta, sus ojos le ardían del viento que había en la calle, pero no quería concentrarse en el frío porque sabía que había una probabilidad que tuviera que dormir en él. Jalaba su baúl con las pocas pertenencias que poseía, pero el peso era demasiado, no de sus objetos, sino de la desesperación que sentía arder en él.

Empezó a caminar más rápido, a trotar y cuando menos lo notó, había soltado su baúl y estaba corriendo tan rápido como podía; quería que todo volviera a como era antes, quería dejar de sentirse tan solo en el mundo muggle, quería...

-¡Oye, niño!- escuchó un grito detrás de él

Harry se detuvo al instante, notando lo mucho que esa carrera le acababa de costar, llevó sus manos a sus rodillas y tomó grandes bocanadas de aire, su corazón latía tan rápido que le dolía. Le tomó unos segundos, pero logró regresar su cuerpo a una estabilidad se dio la vuelta y pudo ver a la persona que le había gritado, pero estaba a varios metros de él, Harry de por sí no veía bien, entonces la distancia no le ayudaba.

No distinguía las facciones de la persona, pero pudo ver como se agachaba y tomaba el mango de su baúl y empezó a caminar con el carrito en su mano, acercándose a Harry. Era una chica, eso pudo notarlo mientras ella siguió avanzando, él entrecerró sus ojos, intentando enfocar mejor, pero a suerte de él, la chica siguió acercándose.

Harry ya estaba aún más calmado cuando logró ver el rostro de ella, pero así como su presencia lo calmó, inmediatamente volvió a sentir como su corazón quería salirse de su pecho. Se veía diferente, pero no había dudas que conocía a este persona, su cabello negro mantenía su color, pero a la luz de los focos que alumbraban, se veía brillante, estaba más largo de lo que lo recordaba y era ondulado y con curvas. No traía sus lentes, eso fue lo que le hizo dudar, pero no había forma que pudiera confundir esos ojos con alguien más, eran grises, tan grises como se veía la luna la noche en la que se conocieron.

Delilah Jolet- 1 (Harry Potter & Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora