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-No necesito mis estudios, estoy bien con los hechizos que conozco hasta ahora- dijo Hannah cerrando su libro de Encantamientos

-Tienes razón, deberíamos dedicarnos a la vida de crimen y ya- dijo Justin siguiendo el ejemplo de la rubia y chocaron manos en un acuerdo.

-No- dijeron Delilah y Susan al mismo tiempo sin apartar sus miradas de sus respectivas asignaciones.

Delilah y Susan estaban sentadas en el piso de la sala común, cada quien leyendo por su cuenta, Hannah estaba acostada en uno de los sillones y Justin estaba sentado en el respaldo de este.

Los temibles exámenes se acercaban y todos los estudiantes de Hogwarts estaban tremendamente ocupados intentando balancear todos los proyectos que les estaban dejando.

En realidad tal vez no había alguien más ocupada que Hermione Granger, la cual siempre era la primera en entrar a la biblioteca al igual que siempre era la última en salir, cómo si estuviera tomando 20 materias en ese mismo año.

Había unos tantos, como Delilah, Harry, Draco y Hannah que aparte de todo, tenían entrenamientos constantes de Quidditch. Hufflepuff iba a la delantera en el torneo de la escuela, y el siguiente partido sería Gryffindor contra Slytherin, por lo cual las emociones estaban a tope.

Hufflepuff no se dejaba descansar, debían enfrentarse contra el ganador del siguiente partido y Cedric se esforzaba en mantenerlos con ánimo en su equipo.

-Ya me cansé de todo- siguió Hannah quejándose

Y Delilah estaba de acuerdo con eso, se esforzaba mucho en sus clases y no faltaba a ningún entrenamiento, pero su mente estaba en la conversación que tuvo con la maestra de Adivinación días atrás.

-Yo también- dijo Delilah con una mueca.

-¿Qué lees Delilah?- preguntó Justin con curiosidad estirando su cuello para ver el título del libro- ¿Es de la clase de Adivinación?- le preguntó

-Sí- dijo Delilah insegura- Sólo, quería entender mejor el tema de las bolas de cristal- explicó- Estar preparada para el examen- se excusó

Según lo que había investigado, los videntes eran extremadamente raros, era heredativo e incluso en las mismas familias, era muy extraño el que alguien adquiera "la vista", que es como se le llamaba al don de las premoniciones.

Muy comúnmente se encontraba un vidente por familia cada 3 generaciones, las visiones empezaban a llegar después de la adolescencia y son visiones comunes y cotidianas.

Pero había unos videntes especiales, los cuales desarrollaban visiones desde una edad temprana y sus visiones eran igual de importantes. Sus premoniciones impactan en el mundo mágico, el ministerio suele buscarlos y trabajan entregando visiones a las líderes para poder cuidar el destino del mundo mágico; pero a estos videntes acompañaba una vida difícil, muchos se volvían locos por lo que llegaban a ver o la desesperación de no comprender las visiones.

Delilah sentía que eso era lo que le estaba pasando, la desesperación de no comprender lo que veía.

-¿Y te sirvió?- le preguntó él- ¿Lo entendiste mejor?-

Delilah cerró el libro.

-Ni un poco- suspiro frustrada

Sabía que debía decirle a Harry, debía decirle a alguien, pero ¿Qué harían por ella? Si la maestra Trewlaney no pudo darle una solución, dudaba que alguien más pudiera. Entonces no le quedaba nada más que ignorarlo y concentrarse en lo que tenía en frente ahora: el partido de Gryffindor contra Slytherin.



-Me muero por ver a uno de estos idiotas perder- dijo Hannah dándole un sorbo al refresco que traía.

Delilah Jolet- 1 (Harry Potter & Draco Malfoy)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant