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-Ve a tirar esto- dijo Petunia con su cara de asco constante, pudo haber sido por la bolsa de basura que le extendió al chico, o por el mismo chico.

Harry tomó las dos bolsas grandes, una en cada mano, sus brazos cayeron por el peso de su contenido, sin embargo, nadie hizo alguna seña de ayudarle en su trayecto.

La basura se tiraba en un contenedor que se encontraba en la entrada del fraccionamiento, la recogían todos los sábados y los Dursley la entregaban puntualmente cada viernes, sin embargo, aquella tarde Dudley había hecho un berrinche sobre la cantidad de postres que le compraron, por lo cual, el comedor había quedado como campo de batalla de panecillos, batalla que Harry tuvo que limpiar.

Harry era un niño muy delgado, su cabello azabache y alborotado era una discusión constante con su tía Petunia, pero no era algo que él pudiera hacer al respecto, al final de todo, solo tenía 8 años. Sabía que no era la persona favorita de sus tíos y mucho menos de su odioso primo, pero no era algo que le causará malestar, tal vez porque nunca había conocido algo diferente; había vivido con ellos desde que recordaba, la muerte de sus padres en un accidente lo habían llevado a vivir con los Dursley y aunque a veces no eran las mejores condiciones, eran la única familia que tenía.

Camino en la acera gris con franja amarilla, intentaba levantar las bolsas, pero los brazos le temblaban y terminó arrastrándolas por el piso, sin darse cuenta de que estaba dejando todos los pedazos por detrás.

-¡Oye, niño!- escuchó una voz chillona detrás de él

Harry volteó para ver qué ocurría y fue cuando notó el desastre que estaba haciendo.

-Si necesitabas ayuda, solo tenías que decirlo- dijo ella molesta.

La niña, de la edad de Harry, él asumió, estaba a unos cuantos metros de él, tenía el cabello café oscuro, tanto así que pudo haber sido negro, tenía una piel morena, como el color de la madera mojada. Traía su cabello en unas trenzas muy apretadas y unos lentes con bastante aumento, ya que hacían ver sus ojos oscuros muy grandes.

-Necesito ayuda- dijo Harry soltando las bolsas, sus hombros relajándose- Voy a mi casa por una escoba y...- pero antes de que pudiera terminar su oración, la niña se acercó al rastro de basura y con sus manos la comenzó a recoger- ¿Qué haces?- preguntó él alarmado

-Solo es comida- dijo ella, como si nada

Se veía muy diferente a como Harry estaba, él traía una playera, café desgastada, que le llegaba a las rodillas y era el doble de su tamaño, un pequeño regalo que iba a ser desechado porque a Dudley le dejo de quedar, también traía unos tenis con varias rupturas y sucios. Ella llevaba un vestido azul claro, tenía un patrón de flores bordadas y unos zapatos bajos blancos, se veía muy formal y arreglada para estar en la noche recogiendo basura con sus manos.

Harry se veía un poco asqueado, pero siguió el ejemplo de ella y juntos recogieron los restos del berrinche de Dudley, volviendo a meterlo a las bolsas.

-Toma un extremo y yo el otro- le ordenó y Harry lo hizo, pero apenas habían dado unos pasos cuando la bolsa se rasgó, depositando todo en sus pies.

-Lo lamento- dijo Harry notando como los zapatos blancos de ella se llenaron de lo que supuso, era mermelada de fresa, pero ella ni siquiera lucía molesta, al contrario, se quitó los zapatos y los dejó aún lado, quedándose descalza en la acera.

-Nunca me gustaron- se encogió de hombros- Creo que ahora sí deberías ir por esa escoba- asintió

Cuando Harry regresó de los Dursley con una escoba y recogedor, casi esperaba que ella ya no estuviera, que hubiera visto lo mucho que debían recoger y hubiera optado por regresar a su hogar, pero al contrario, la encontró al lado de las bolsas, sentada en el piso, ensuciando aún más su vestido.

-Traje otras bolsas- dijo ella cuando lo vio acercarse.

Harry se puso a barrer los restos de comida que cayeron y la niña sostenía las bolsas abiertas para que él las usará.

-¿A qué crees que sabe la luna?- dijo ella de la nada, mirando hacia el cielo, después de estar minutos en silencio.

-¿Qué?- preguntó Harry sin saber por qué lo había comentado.

-¿A qué crees que sabe la luna?- le preguntó ella de nuevo

Harry dejó de barrer y observó el cielo unos segundos, notando lo grande que sé veía la luna esa noche.

-A polvo- dijo él pensando en la superficie rocosa que había aprendido en clases.

-Yo creo que sabe a miel- dijo ella- Pero solo cuando está amarilla, si está blanca, como hoy, creo que sabe a vainilla- dijo sin dejar de ver el cielo

Harry asintió, volviendo a limpiar, no sabía exactamente qué es lo que se respondía a eso, así que prefirió no contestar.

-¿Por qué?- preguntó ella

Él se vio confundido y ella lo miró de regreso.

-¿Por qué, qué?- contestó

-¿Por qué crees que sabe a polvo?- preguntó ella

Harry la miró en silencio, sus cejas fruncidas, como si no entendiera el porqué de la pregunta.

-¿Quieres saber lo que pienso?- preguntó Harry en desconcierto

Ella lo miró divertida

-Sí, quiero saber lo que piensas- contestó con ligereza

Querer saber lo que pensaba, eso a nadie le importaba, eso nunca le importaba a nadie, no le importaba eso a Dudley y mucho menos a sus tíos, al contrario, siempre le decían que se mantuviera callado y exiliado a su alacena. Nunca nadie quería saber qué pensaba Harry.

-Porque...- dijo aún sorprendido- Parece una piedra- contestó

-Pero una piedra no sabe necesariamente a polvo- dijo ella- Hay piedras que se deshacen rápido y esas si saben a polvo, pero hay unas que saben frío o a sal, hay unas que saben frescas, como el agua...- comenzó a hablar de sabores y texturas de piedras, como si estuviera hablando de un platillo, como si ya hubiera lamido todas las piedras en el mundo.

Eso hizo reír a Harry, lo casual que ella estaba hablando sobre el sabor de una cosa. Ella se detuvo en cuanto lo escuchó reír.

-¿Te estás burlando de mí?- preguntó irritada

-No, no- dijo Harry con una sonrisa, ella lo miró aún insegura, pero ya no agregó nada- ¿Por qué crees que la luna sabe a miel y vainilla?- preguntó Harry esperando que ella siguiera hablando.

-Cuando es amarilla, me recuerda cuando le pones miel a la avena- dijo ella volviendo a mirar la luna- Y cuando es blanca, siento que sabe a la bebida que me hago en las noches, leche con azúcar y vainilla- dijo en voz baja, como si hubiera olvidado que eran las únicas personas afuera- Pero no la hago todas las noches- agregó- Solo en luna llena, para sentir que estoy en la luna, y, sentir que quien está brillando arriba, soy yo- terminó

Harry la observó por varios segundos, solo así de cerca notó ciertas peculiaridades en ella, por ejemplo traía aretes que no combinaban, uno era una estrella dorada y la del otro lado era un cocodrilo verde, sus uñas estaban pintadas de varios colores, tenía unos dibujos pintados en sus brazos con pluma y traía un collar de estambre del que colgaba una corcholata verde.

Harry miró la luna de nuevo, como si aquel satélite hubiera tomado un significado completamente diferente al de la noche anterior. Pero no era en sí porque se viera diferente, sino porque estaba ahí ella, y ella era tan diferente a todo lo que alguna vez supo.

-¿Cómo te llamas?- preguntó él, sin creer que no se habían presentado- Yo soy Harry- sonrió, regresando su vista a ella

Ella lo miró de nuevo, recordando que también estaba ahí

-Delilah- dijo ella, sonriendo por primera vez.

Delilah Jolet- 1 (Harry Potter & Draco Malfoy)Where stories live. Discover now