❖┋● ❝한주민❞
❝Y creer que todo comenzó por una propuesta arreglada. Literalmente era ficción.
Supongo que ese famoso dicho de... "La realidad supera la ficción" es cierto.
¿Amor? Esa palabra me causaba repulsión, asco, no tenía ni el menor interés en e...
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Ya era de mañana... Las ocho para ser exactos.
Jumin ya estaba levantado, ya que acostumbraba levantarse temprano, estaba ya vestido para el trabajo, su padre le había dicho que checaran lo de "su luna de miel" cosa que el pelinegro no estaba emocionado. ¿Por qué tenían que hacer un viaje? Ya estaban casados, listo, eso era todo. Así que iría a trabajar como era de costumbre, ya lo que le pasara después sería checarlo y decidirlo.
Había pensado en despertar a Hyeji, pero se detuvo unos instantes a meditarlo. ¿Por qué debía de hacerlo? No era su esposo real, ni si quiera era su amigo, así que no.
La trataría como una invitada, pondría su línea entre ambos, manteniendo una relación profesional en el ámbito actoral.
Mientras más estuviera alejado de ella, mejor, no quería ser descortés, pero sentía una pérdida de tiempo el gastar emociones hacía la nada.
Además, ya había aclarado su objetivo, el cual era obtener el fideicomiso tan pronto como pudiese, al igual que poder controlar de buena forma C&R.
Él estaba en el comedor de su hogar, revisaba las noticias que le aparecían en el inicio de su teléfono, ya había finalizado de comer un poco de ensalada, por las mañanas no era de desayunar demasiado, sólo con un poco podía iniciar y estaba bien, no quería sobre cargarse el estómago.
Elizabeth III se encontraba durmiendo plácidamente en su cama, por lo tanto, el pelinegro decidió dejarla ahí.
Por otra parte, Hyeji apenas se había despertado.
— «¿Qué?» — Pensó mientras miraba a su alrededor.
Aún estaba asimilando que estaba en el hogar de Jumin y no en el edificio que solía rentar.
— «Oh... Cierto» — Bostezó.
Se estiró, frotó sus ojos y se levantó.
Comenzó a tender la cama, era una chica responsable y ordenada, más siendo casa ajena tenía que cuidar mejor las cosas, y lo que no solía hacer en su anterior estancia lo tenía que hacer, aunque no era tan difícil.
— «Ya puedo salir» — Sonrió satisfecha al ver su cuarto ordenado.
Hasta que pasó por el espejo que estaba en frente, estaba algo desarreglada y adormilada.
— Debo peinarme... — Susurró.
Soltó la liga de su cabello y levemente comenzó a jalar su cabello, estaba demasiado enredado y ya había entrado en desesperación.
Se dirigió por su cepillo y comenzó a desenredar su cabello.
— Agh, lo dejaré así — Se miró y realmente lucía bien.
