❖┋● ❝한주민❞
❝Y creer que todo comenzó por una propuesta arreglada. Literalmente era ficción.
Supongo que ese famoso dicho de... "La realidad supera la ficción" es cierto.
¿Amor? Esa palabra me causaba repulsión, asco, no tenía ni el menor interés en e...
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Hyeji ya había comenzado a grabar a mediados de noviembre, pero como se dice, el tiempo pasa muy rápido, cada vez más se acortan los episodios para dar final a la serie.
Además de que estaban a unos días de acabar el mes, así como cuando sabes que va iniciando el mes, y al día siguiente despiertas ya acabándolo.
Ya habían sucedido las escenas de suspenso y en dónde los espectadores quieren que los protagonistas ya queden juntos pero siempre hay algo o alguien que lo arruinaba. Aunque todavía faltaba las confesiones y lo que les quedaba de demostrar juntos.
Jumin no se había colocado de mala manera, o algún acto tóxico, para nada, ya que sabía que era actuación, tenía la confianza y estaba tranquilo con ello. Aunque debía de admitir que le molestaba en cierta forma el que besaran a su esposa, pero era su trabajo y hasta ahí.
Aún así, de igual forma podía confiar en Dowan, ya que habían tenido la oportunidad de hablar y llevarse bien, con el respeto que se debía y de buena forma.
De hecho, Jumin se encontraba en el set de grabación, viendo cómo su esposa grababa las escenas finales de ese día, así admirando la forma de su actuación, su apariencia, su forma de hablar, todo, absolutamente todo de ella.
— «Me encanta» — Pensaba mientras veía desde donde se encontraba el staff.
— Minhyun... — Hablaba la cobriza desde atrás del escenario con el rubio.
— ¿Sí? — Ocultó sus manos en las bolsas de su pantalón.
— Quiero agradecerte por todo... Absolutamente todo lo que has hecho por mí.
— Descuida, ha sido mi trabajo, sabes que siempre estaré para ayudarte, ¿No? — Le sonrió.
— Ah... Ajá — Desvió la mirada con el ceño fruncido.
— ¿Sabes? Me gusta cuando haces eso... — Se le acercó el chico.
— ¿Él qué? ¿Yo qué? — Se sobresaltó.
— Dabin — La llamó.
— Uh... ¿Sí? — Trataba de no mirarlo.
— Realmente has cambiado... — Sonrió orgulloso.
— ¿Yo? — Miró su ropa —. Ah, si te refieres a la ropa y mi cabello, pues es cierto, he cambiado, digo, pase de ser castaño oscuro a castaño cobrizo.
— Está bien, no hablaba de eso — Negó riendo —, aunque me encanta tu nuevo color de cabello.
— Uh... — No lo miraba y buscaba una excusa.
— Aún recuerdo que eras agresiva, pero eres una ternura — Sonrió ampliamente.
— ¿A quién le dices ternura? — Lo miró ofendida —. Creo que confundes mis actitudes.
