Duquesa Vinsonneau |FINALIZADA|

8

Cuando llegamos al baile, estamos en lo alto de unas escaleras, donde vemos cómo el rey ayuda a la reina y comienzan con un pequeño discurso, agradeciendo el estar en el baile, por mi recuperación, sino que también tienen una gran noticia. Cuando terminan de hablar, Ethan toma la mano de Elizabeth y estira la otra hacia mi dirección, la cual tomo, ya que no quiero caer de esas enormes escaleras.

Al bajar, veo los rostros de las personas, algunos completamente sorprendidos, otros sin ninguna expresión en particular y algunos muestran molestia, no solo rostros de chicas, sino que, de hombre de igual forma, al parecer Ethan es bastante popular, entre hombres y mujeres.

Cuando llegamos al final de las escaleras, la música comienza y Ethan suelta mi mano comenzando a bailar junto con Elizabeth, la cual le sigue el baile, como si lo hubieran ensayado desde hace meses. Me quedo parada en medio del salón y veo cómo la gente me señala, probablemente por la humillación que me hizo pasar el idiota de Ethan.

— ¿Me permite este baile? —escucho una voz a mi espalda.

Me giro y veo a un chico de cabello negro y ojos marrones, con uniforme del ejército, el cual estira su mano hacia mi persona.

— Acepto —le digo tomando su mano, viendo a las personas quienes me miran sorprendidos.

Mientras bailamos, observo sus ojos y de la nada, el nombre de Arthur llega a mi cabeza, hijo del capitán del ejército, casi 5 años mayor que yo y al parecer fue una especie de "amigo" para esta joven duquesa.

— ¿Cómo has estado querida? —me pregunta muy cerca de mi oído.

— Bien, me siento como nueva —le respondo con una sonrisa— ¿Cómo ha estado todo en frontera?

— Bien, te había escrito cartas, pensé que no me contestabas porque estabas molesta o algo así, pero luego hasta el mismísimo batallón, llego lo de tu enfermedad —me informa.

— Lo siento, lamento no contestar tus cartas —le digo "coqueteando", nunca coqueteé con alguien siendo Liliana, así que todo esto es nuevo.

Continuamos bailando en silencio, siento las miradas de las personas en nosotros, probablemente estén murmurando de cómo me atrevo a bailar junto a alguien que no sea al príncipe, pero él fue quien decidió bailar primero con Elizabeth.

— Me disculpas —nos detiene Ethan— me gustaría bailar con Amber.

Arthur hace una reverencia de despedida y nos deja solos. Tomo la mano de Ethan y la otra la pongo en su hombro, mientras que su otra mano la posa en mi cintura.

— Te dijo unos minutos y me remplazas por un soldado —comenta Ethan.

— Tú decidiste bailar con lady Elizabeth —le digo— yo no remplazo a nadie.

— ¿Por qué siempre tienes esa actitud de villana?

— Alguien debe jugar ese papel ¿no crees? —le digo con una sonrisa.

Continuamos bailando, hasta que las demás personas se nos unen en el baile, formando un baile grupal. Mis padres y los adultos del lugar, al parecer están en otra habitación probablemente hablando de negocios ya que, que mejor lugar que hablar de estos, cuando todos están en un mismo lugar.

Ya cansada de bailar, me dirijo a beber un poco de ponche, el cual se encuentra en una gran mesa llena de bebestibles como de comestibles.

— Amber —me dice Elizabeth, cuando llega a mi lado— ¿Qué le ha parecido nuestro baile?

— ¿Nuestro? —consulto confundida, ignorando el hecho de que solo me llamo por mi nombre.

— Ya sé que los reyes lo organizaron para usted, pero de igual fue una forma de anunciar nuestra próxima convivencia con el príncipe Ethan.

— Entiendo —le respondo, bebiendo de mi ponche— me ha perecido un ambiente acogedor y agradable.

— A mí también —dice emocionada— estoy muy feliz de poder vivir con usted estos meses.

Asiento y me retiro, de forma elegante o al menos eso intento. Algo me hace desconfiar de esa chica, nunca he sido alguien con muchos amigos por ende no confío en las personas de manera fácil, además esta chica es muy alegre y siempre hay que desconfiar de las personas que son así. Por el comentario que me dijo Ethan, al parecer Amber era muy parecida a mí, por lo que me siento un poco más tranquila, de que puedo actuar como era en la modernidad sin ser descubierta o llamar la atención.