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Han transcurrido dos semanas, desde que llegue a este lugar, durante las cuales me he mantenido descansando en mi nueva habitación. No he tenido la oportunidad de explorar mi nuevo hogar. Según los recuerdos de Amber, sé que es una residencia inmensa, pero deseo confirmarlo por mí misma. Una cosa que he descubierto es que esta chica no parece tener muchos amigos. El único amigo mencionado tanto en el diario como en mis propios recuerdos es un chico llamado William. Al parecer, es un pintor muy solicitado y actualmente no se encuentra en el país.

— ¿Crees que ya puedo levantarme de la cama? —le pregunto a Nina, quien se encuentra de pie junto a mi puerta, como lo ha estado haciendo todos los días.

— Ya ha recuperado su peso —dice mientras camina en mi dirección— y su rostro luce mucho más saludable. Creo que está bien.

— Entonces, lo haré —le sonrío— quiero ir a los jardines y respirar aire fresco.

Nina asiente con delicadeza y se retira de la habitación, probablemente en busca de un vestido adecuado. Gracias a mis estudios previos y las lecturas que tuve en mi otra vida, sé cómo comportarme y hablar con los demás, por lo que no ha sido un desafío adaptarme a esta nueva identidad. Con cuidado, me levanto de mi cama y me dirijo hacia las imponentes ventanas de mi habitación. A través de ellas, puedo contemplar uno de los jardines principales de la propiedad, el cual se encuentra rebosante de rosas y una variedad de flores que llenan el paisaje de colores vibrantes y vivos.

— Milady, le he traído un vestido —anuncia Nina al regresar, sosteniendo un vestido rosa— he seleccionado uno de sus favoritos, ya que el calor afuera es bastante intenso.

Aprecio el gesto de Nina y agradezco su consideración mientras camino hacia ella.

Después de ponerme el vestido, que me queda un poco holgado, lo cual me hace pensar que aún no he recuperado todo mi peso, me detengo un momento frente al espejo. Observo cómo mi cabello cae en cascada sobre mi espalda. Antes, mi cabello era bastante corto, apenas llegaba a mis hombros, pero ahora este llega más allá de mi trasero y forma unas hermosas ondas naturales.

Cuando finalmente salgo de mi habitación, los mismos ventanales que me deslumbraron el primer día que llegué vuelven a hacerlo, aunque esta vez no me afectan tanto como la vez anterior. Camino por los pasillos con una atención meticulosa a todo lo que me rodea. Me esfuerzo por no parecer sorprendida, ya que esta es mi casa, y mostrar asombro por cada detalle sería sospechoso.

Después de unos minutos, logro llegar a la planta baja de la mansión. Aquí, encuentro varios retratos pintados de mi familia, tan realistas que parecen fotografías enmarcadas. Cada uno de ellos está detalladamente pintado, y observo con admiración.

— Mi pequeña —escucho la voz de mi madre— me alegra finalmente verte fuera de esa cama.

— Es bueno salir y recorrer la casa, madre —le digo, dándole un abrazo que ella devuelve de inmediato.

— ¿Te diriges al jardín? —me pregunta.

— Sí, quiero respirar aire fresco.

— Está bien —dice mientras me da un beso en la cabeza— pero antes de que salgas, acompáñame para saludar a la reina, quien ha venido a visitarnos junto con su familia.

Asiento y sigo a mi madre hasta el gran salón, si mis recuerdos no me engañan. Me sorprende que Nina no me haya informado de la presencia de la familia real, pero decido no hacer un problema de ello. Al entrar, solo veo a una dama, una belleza de cabellos dorados que lleva una pequeña tiara de diamantes sobre su cabeza. Su vestido verde hace juego con la tiara, y sus rasgos son tan finos que parece una muñeca de porcelana, meticulosamente esculpida a mano.

— Buenos días —digo al entrar, haciendo una reverencia.

— Dios mío —la reina se levanta y se acerca a mí— me alegra mucho verte bien, mi pequeña.

— Gracias a los cuidados, me he recuperado hasta el punto de poder levantarme de mi habitación —le respondo.

— Eso me hace muy feliz. ¿Nos acompañarás a tomar el té? —me pregunta la reina.

— Amber desea visitar los jardines, Edna —mi madre interviene— No ha podido verlos en casi dos meses.

La reina asiente y, antes de dejarme partir, me abraza afectuosamente. Salgo del salón, impresionada por la belleza de su majestad. Debido a la mezcla de recuerdos que ahora habita en mi mente, no puedo recordar muchos rostros, solo acciones o momentos con las personas, así que conocerlos es una experiencia totalmente nueva para mí.

Después de deambular un poco más, finalmente llego a los jardines. Me veo obligada a quitarme los zapatos para poder sentir la frescura del césped bajo mis pies y experimentar una sensación de vida renovada. Camino hasta un imponente árbol, desde el cual cuelga un columpio que llama mi atención. Corro hacia él como una niña pequeña y me subo con entusiasmo.

— ¿Cuántos años tienes? —oigo una voz proveniente de alguna parte— ¿Cinco años, acaso?

Permanezco sentada, observando a mi alrededor, tratando de ubicar la fuente de la voz. Entonces, algo o alguien salta desde el árbol. Es un chico alto, de cabello marrón claro y ojos marrones, con facciones realmente hermosas que le otorgan un atractivo innegable. Sin embargo, su sonrisa burlona me revela de quién se trata.

— Hola, Ethan —le respondo.

Duquesa Vinsonneau |FINALIZADA|Where stories live. Discover now