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Di mi primer beso cuando tenía unos 14 años, fue en aquel típico juego de la botella, fue con un chico al cual no conocía, pero aun así sentí chispas cuando lo besé, pero ese beso, no se compara en nada a los besos de Ethan. Nuevamente nos separamos y una sonrisa se hace presente en mi rostro, al igual que en el de Ethan, nos miramos y las sonrisas pasan a risas.

Nos levantamos sin decir nada y caminamos tomados de la mano hasta la casa, donde al entrar no escuchamos ningún ruido, haciéndonos pensar que Félix está durmiendo. Me siento en una de las sillas que dan a la ventana y escucho como Ethan sube las escaleras, tapo mi rostro con mis manos, sin creer lo que acaba de pasar, aun siento las mariposas en mi estómago, lo cual me hace sentirme extraña, pero todo esto se detiene cuando una chica rubia aparece en mi mente, Elizabeth. Las mariposas se transforman en nervios y culpa, a ella le gusta Ethan desde hace mucho tiempo, tiene un título menor al mío, no se su historia de vida, pero no puedo evitar verla como una pequeña niña. Las escaleras suenan indicándome que Ethan está conmigo, siento sus manos en mis hombros y la culpa aumenta más.

— Lo de hace un rato —comienzo a hablar o mejor dicho la culpa comienza a hablar.

— ¿Sí? —dice, en un tono de diversión.

— No volverá a pasar —le digo levantándome.

Camino hasta la cocina y las manos de Ethan nuevamente se hacen presentes y me hacen girar para ver la confusión en su rostro.

— ¿De qué hablas? —me dice.

— Tú, debes casarte con Elizabeth, tú te casaras con Elizabeth —le digo seria— y yo me iré de palacio y seré tu amiga de la infancia.

— ¿Quieres a alguien más? —me pregunta— hace unos minutos, nosotros ... nosotros fuimos más que amigos de la infancia.

— No quiero a nadie —le respondo— solo a mí y no quiero vivir con la culpa de engañar a Elizabeth.

— No estas engañando a nadie —me dice intentando poner su mano en mi rostro, pero muevo este para que no sea posible.

— Ethan ella te quiere —le digo para que se dé cuenta— y tú también la quieres a ella.

Su silencio afirma mi respuesta y hago que me suelte, necesito algo de aire por lo que camino hasta la puerta principal.

— Es verdad que me gustaba, pero eso cambio —dice, haciendo que me detenga— esos sentimientos, cambiaron cuando tu cambiaste, te quería decir esto al final de este viaje, pero ... quiero que te cases conmigo ... ¿te casarías conmigo?

Aquellas palabras provocan que me quede congelada ¿me está proponiendo matrimonio? ¿quiere que me case con él? Me quedo en silencio mirando a la puerta hasta que logro asimilar lo que está sucediendo y me giro a verlo. Lentamente me acero a él y cuando veo que una de sus manos se acerca a mi rostro, nuevamente lo muevo.

— Amber —escucho como dice mi nombre.

— No —susurro— no, tú tienes que elegir a Elizabeth —digo esta vez en voz alta.

— ¿De qué hablas?

— Tú te debes casar con Elizabeth —le repito— ustedes dos se ven bien juntos y ...

— Y que importa si nos vemos bien —dice Ethan elevando su tono de voz— ella no es a quien quiero y con quien quiero pasar el resto de mi vida.

— ¿Y conmigo sí? —le digo sorprendida.

Tomo mi cabeza e intento pensar de manera fría, pero el miedo se apodera de mí y salgo corriendo de la casa sin un camino claro, simplemente mis piernas se mueven y mi cabeza está en otro lugar pensando en lo ocurrido ¿Por qué soy así? Siempre creo conflictos y luego escapo de ellos, escucho la voz de Ethan la cual me llama, pero continúo corriendo sin un rumbo preciso. Me detengo para tomar algo de aire, mientras me siento bajo un árbol, para procesar lo que acaba de suceder y siento como mis lagrimas comienzan a correr por mi rostro.

Duquesa Vinsonneau |FINALIZADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora