Hades Bach.
Érebo Bach.
Seth Bach.
Nix Bach.
Cuatro hermanos que ocultan secretos tan temibles como el mismísimo infierno.
¿Te atreves a conocerlos?
Créditos de la portada a: @Aughostn
Obra registrada en Safe Creative.
Código: 2103017057970
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Dejo el lápiz descansar en el centro de la libreta, recostando mi espalda en el espaldar de la silla, mientras que dejo que todo el aire sea expulsado de mis pulmones.
Unos golpecitos en la puerta de mi habitación hacen que deslice mi vista hacia el objeto que es golpeado. El ruido retumba en mis oídos y resuena en el espacio poco iluminado que es mi habitación.
Estiro mis piernas, arrastrando la silla del escritorio que hace pocas semanas incluí en mi acogedora morada. Avanzo con pasos lentos hasta la puerta y la abro. No la abro por completo, solo un poco para que la persona que está afuera pueda divisar mi rostro. Del otro lado me encuentro el rostro de una de las mujeres de servicio de la casa.
La mujer arregla su postura apenas mis ojos la miran.
—Joven, el señor Seth quiere verlo en la sala de juntas —logra decir con algo de miedo en su voz.
Es raro que Seth quiera verme a tan altas horas de la noche.
Asiento —en un momento bajo —respondo y sin esperar su respuesta cierro la puerta.
Por unos cortos segundos comienzo a pensar en lo que querrá Seth. Quizás descubrió que fui a la casa de Charlotte, eso sería un gran acontecimiento del que no quiero ser partícipe.
Sacudo mi cabeza para desechar esa suposición. Me aproximo a la mesa que tengo a un lado de la cama y de allí cojo mi teléfono, verifico la hora 11: 25 de la noche.
En serio es muy tarde.
Seth acostumbra a llamarnos hasta la diez de la noche, nunca nos ha citado pasada esa hora.
En mi teléfono busco el contacto de Charlotte y creo un nuevo mensaje.
Séptimo mensaje.
Así.
Para: Charlotte.
Presiono “enviar” y guardo el celular en el bolsillo de mi pantalón y sin perder más tiempo salgo de la habitación, dirigiéndome a la sala de juntas donde supongo ya me espera ese hombre de traje de diseñador y reloj de diamantes.
Después de cruzar unos cuantos pasillos y admirar algunas de las estatuas que decoran toda la casa por fin llego al lugar donde hemos tenido varias charlas frívolas.
