Perfecta Destrucción| Completa ✔️

Capítulo Especial

Este es capítulo especial, ya que no pensaba agregarlo al libro, pero aquí estamos. Disfruten la lectura.

Narrado por Érebo Bach:

Puedo decir que he logrado conseguir a alguien que quiero permanezca en mi vida a pesar de que muchas veces las cosas parezcan complicarse. He conseguido que mis heridas de poco a poco vayan sanando. He conseguido lograr eso que tanto necesitaba.

Casandra ha estado conmigo en todo el proceso de recuperación de la cirugía y aunque no estoy del todo recuperado ya puedo flexionar y apoyar mi pie muchísimo mejor que al principio. Entre las consultas y rehabilitaciones he ido avanzado con rapidez. Hoy doy gracias de estar vivo.

La habitación está sumergida en una luz dorada. Casandra me sonríe, mostrando su bonita dentadura mientras que su rostro se ilumina con la felicidad. Hebras de su largo desordenado cabello negro enmarca su rostro al resbalar por su espalda, produciendo una leve cosquilla en mis manos que se encuentras enredadas en su cintura. Su faz emite un fulgor propio, asemejándose a la luz del farol, encendiendo el interior de cualquiera que la mira, dejando que todo a su alrededor parezca oscuro y sin vida. Su darle vida a lo que quiera con solo sonreír.

Acabamos de sostener uno de esos momentos en los que ambos bailamos una melodía tranquila, meciendo nuestros cuerpos al mismo ritmo y con la misma pasión. Sentirla entre mis brazos es un placer que siempre quiero sentir. No puedo dejar de contemplar lo cuán bonita es, al tenerla tan cerca, abrazada contra mí con su blusa de tirantes color turquesa, el pequeños escote de esta revela la curva de su clavícula, sus piernas expuestas enroscándose con las mías mientras una fina tela de encaje cubre su intimidad. Sus brazos se encuentran acomodados en mi pecho al mismo tiempo que dibuja círculos sobre él.

Él irradiante sol alcanza sus ojos avellanas. Absorbo cada detalle de este momento, desde su suave respiración hasta como sus pestañas revolotean al parpadear.

—¿Qué es eso que siempre has querido hacer? —pregunto, interrumpiendo el silencio que nos envuelve.

Sube su mirada para encontrar la mía. Lo piensa por unos segundos donde arruga la líneas de su frente.

—Estudiar —responde con detenimiento.

Sin poder aludir mi expresión, frunzo mi cejo.

—¿Estudiar?

Afirma con la cabeza.

—No pude lograr terminar la secundaria —se encoge de hombros —así que en el último año he estado ahorrando para el año que viene aplicar en una secundaria —prosigue. La emoción al hablar de esto hace que su mirada se maraville —y luego si Dios me lo permite buscaré seguir mis estudios en la universidad para estudiar enfermería.

El entusiasmo que trasmiten sus ojos es tan profundo que hasta yo puedo sentir cuanto desea llegar a cumplir esto que hoy me cuenta. Es como si en su mente ya se visualizará ejerciendo la carrera de enfermería.