Hades Bach.
Érebo Bach.
Seth Bach.
Nix Bach.
Cuatro hermanos que ocultan secretos tan temibles como el mismísimo infierno.
¿Te atreves a conocerlos?
Créditos de la portada a: @Aughostn
Obra registrada en Safe Creative.
Código: 2103017057970
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La clase del profesor Diego se ha ido entre extensas explicaciones de los que consiste la historia y los acontecimientos más importantes de esta disciplina. Hoy al prestarle suma atención a su clase entendí que la historia se basa en estudiar y exponer, de acuerdo con determinados principios y métodos, los hechos que pertenecen al tiempo y que contribuyen el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes hasta el presente.
Me ha parecido que el profesor Vélez es un profesional en lo que hace, claro que es estricto, sin embargo, nos enseña muy bien el conocimiento que ha adquirido en esos tanto años de estudios. Eso es lo que deberían hacer todos los profesores.
Chad toma asiento a mi par, pegándole un mordisco al sándwich que ha traído para el desayuno.
—Tiene nombre del Dios del inframundo en la mitología griega —comenta Madison, levantando el tenedor que sostiene en su manos con un pedazo de manzana en él.
Ella en todo el rato que llevamos sentados alrededor de una de las mesas del comedor no ha dejado de hablar de nuevo estudiante.
—¿Y qué con eso? —curioseo, mirando a mi amiga.
Levanta una de sus cejas —es un demonio —concluye, introduciendo el pedazo de manzana a su boca.
Chad y yo no podemos contener la risa, ambos nos reímos al escuchar la conclusión a la que ha llegado Madi.
—Eso es lo más estúpido que he escuchado —musita Chad, tratando de contener la risa.
Madison deja el tenedor de mala gana y traga —cállate, Chad —le advierte con molestia.
Él le da un nuevo mordisco a su sándwich —escu... —traga —escuche que su familia es sumamente adinerada —nos informa.
—¿La familia del nuevo? —pregunta Madi.
Chad asiente —parece que es un niño rico de cuna.
Solo al ver la vestimenta que usa es evidente que sus progenitores le dan absolutamente todo, tenido así una estabilidad económica. Eso no me sorprende.
Le doy un sorbo al jugo de naranja que tengo a un lado.
—¿Es cierto que estuvo en prisión? —inquiero, rodando mis orbes hasta Chad.
Sus ojos cafés me estudian por un momento.
—No lo sé. Lo que escuché por los pasillos es que sus hermanos también estudian en esta institución.
Madi me lanza una mirada de victoria —te lo dije.
Aprieto mis labios y me encojo de hombros —es un chico más, como todos.
Madison cierra el envase donde ha traído su ensalada de fruta.
—Es un chico muy guapo y sexy, querida.
Veo con el rabillo del ojo como Chad niega —no es más guapo que yo.
