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《Alan》

Narra Purre

Acunaba a mi hijo mientras intentaba no perder los nervios. Quizá llevaba una hora llorando, no lo sé, pero solo quería que dejara de destrozarme los tímpanos.

Le había intentado dar de comer, le había cantado, puesto música, incluso me había dado un par de vueltas en el auto porque eso le solía calmar, pero no. No había quien calmara su llanto desesperado si no era su madre.

—Alan deja de llorar, por favor. —le supliqué viendo como derramaba lágrimas.

Me senté en el sofá y cerré los ojos con el cansancio apoderándose de mí.

No me acordaba de aquel pequeño dato de perdida de sueño con los recién nacidos.

—Sé que quieres a mamá, pero no está en casa. Mira sé que no me entiendes, pero si dejas de llorar te doy un regalo.

— ¿Estas intentando convencer a un bebé? —habló Ariadna y la miré de reojo.

—Estoy desesperado ¿vale?

—Ya veo. —miró a su hermano con una mueca. —Ya sabía yo que iba a ser un pesado.

Le acerqué a mi pecho.

—Más pesada eres vos.

—Ajá. Haz que dejé de llorar para que pueda concentrarme en los deberes.

— ¿Crees que no lo he intentado?

—Pues no sé, pero si pudiste conmigo puedes con él.

—Tú eras más tranquila. —seguí acunándole. —Te quedabas hipnotizada mirándome y dejabas de llorar.

—Eso significa que a tu hijo no le pareces lindo. —se rio de mí.

Puse los ojos en blanco. Me levanté y me acerqué a ella.

—Tómale un momento.

— ¿Qué? ¡No! —se alejó de mi como si estuviera intentando darle al mismísimo demonio.

—Ariadna, solo será un segundo.

— ¡No! ¡Imagínate que se me cae o que le da un ataque raro!

—Es un bebé no una bomba explosiva.

— ¡Son muy parecidos!

Se lo puse en sus brazos a regañadientes y ella la alejó un poco con miedo.

—Ahora vengo. —los dejé solos y me dirigí al baño.

Desde que Alan había llegado a nuestras vidas Ariadna estaba celosa. Según ella Alan se había llevado toda la atención y apenas la hacíamos caso. Ahora se venga con su hermano de menos de un año aunque no lo entendiera.

Me lavé la cara en el lavabo y observé mis ojeras con una mueca. Al salir, la casa estaba en silencio y me temí lo peor. Ariadna tiene de todo menos paciencia. Y si juntamos su poca paciencia con un bebé no trae nada bueno.

Entré al salón con prisa, pero me quedé quieto al mirar la escena.

— ¿Qué has hecho?

—Papá... —susurró. —Me está dando mucho miedo.

—Ha dejado de llorar. —dije asombrado.

—Me está mirando.

—Que gran observación. —me senté a su lado.

—No, pero me está mirando fijamente. —repitió. —Me está dando miedo, toma.

Hizo el ameno de dármelo, pero en cuanto le toqué se volvió a echar a llorar.

Papá, ¿Qué Es Pilurre? (EDITANDO)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu