Capítulo 26

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Narra Pilar

Media hora después, un auto gris se paró en frente de mí. Levanté la mirada abrazándome el cuerpo. Estaba tiritando del frío y no era un buen momento para que algún psicópata apareciera.

Esperé. Del conductor se bajó una figura masculina que hasta que no estuvo más cerca de mí no reconocí.

—Joder Pilar. Debes de estar congelada. —me habló Purre quitándose la chaqueta y poniéndomela en los hombros.

Dejé que pasara un brazo por encima de estos y me llevara hasta el auto. Me senté en el asiento del copiloto y me acurruqué en el abrigo de Purre llenándome de su calor y su olor. Joder aquel hombre olía genial.

Arrancó el motor en silencio aunque notaba que me miraba de reojo un par de veces. Ninguno dijo nada y en pocos minutos ya estábamos en una zona más conocida de la ciudad.

— ¿Te vas a marchar? —preguntó directamente y le miré de reojo.

Todo su cuerpo estaba en tensión y agarraba el volante con bastante fuerza.

—No. —susurré. —No me voy por nuestra hija.

Sabía que aquello le había dolido, pero se limitó a asentir.

Llegamos al hotel y Purre les devolvió el auto que había tomado prestado. Esperamos pacientes al ascensor que se negaba a llegar. Aquel silencio entre ambos era horrible.

—Pilar puedo... —intentó decirme.

—Déjalo por hoy. Mañana ya hablaremos. —contesté cansada.

No estaba para seguir con lo mismo. No por hoy.

Las puertas se abrieron y entramos a la vez. La musiquita del ascensor empeoraba el ambiente.

—Si quieres que me vaya a otra habitación...

—No hace falta. —me atreví a mirarle. —Excepto que vos tengas algún problema.

—Ninguno. —atajó mirándome de vuelta.

Nos miramos mutuamente queriéndonos decir todo, pero a la vez nada. Abrí la boca para decir algo, pero no me dio tiempo. El ascensor se paró con brusquedad dejando de moverse. Nos quedamos a oscuras, pero segundos después una luz roja iluminó el interior. Una campanita apareció en el panel de los botones del ascensor.

— ¿Qué ha pasado? —pregunté asustada.

Me había acercado a él por acto reflejo. Purre estiró el brazo y presionó los botones, pero no hizo nada. Puso una mueca y apretó la campanita haciendo que sonara.

—Nos acabamos de quedar encerrados.

***

— And can't anyone come before? —preguntó Purre de nuevo por el interfono.

—No. —contestó el recepcionista. —Sorry. We will try not to take long.

—Okey. —cortaron la comunicación.

Suspiró y se deslizó en la pared hasta tocar el suelo. Y en aquel pequeño ascensor de Francia estaríamos hasta la mañana siguiente ya que nadie podía venir nadie a sacarnos.

—Que desastre de servicio. Si hubiera un incendio seguro que no llegan los bomberos. Me voy a quejar en administración. —murmuró delante de mí mientras yo jugaba con las mangas del abrigo.

—Es de madrugada, dudo que haya alguien despierto. —dije mirándole de reojo.

—Vamos a pasar mucho tiempo aquí dentro.

Papá, ¿Qué Es Pilurre? (EDITANDO)Where stories live. Discover now