Papá, ¿Qué Es Pilurre? (EDITANDO)

Capítulo 30

Narra Ariadna

Frené en seco al darme cuenta de que no llegábamos a ningún lado. Nos habíamos alejado del escenario y paseábamos por pasillos del estadio sin rumbo alguno.

— ¿A dónde vamos?

—Ya estamos llegando. —murmuró.

—Nos estamos alejando.

—No.

—Sí. —me solté de su agarre. —No pienso seguir andando.

Se giró para mirarme.

—Es girando esa esquina.

— ¡Pero si acabamos de pasar un cartel de prohibido!

—Que no.

—Yo me doy la vuelta. —le di la espalda y caminé siguiendo nuestros pasos.

Su mano me agarró del hombro y fui a reclamar cuando un pañuelo blanco me tapó la nariz y la boca. Me removí incomoda.

—Mira que lo haces difícil. —farfulló haciendo fuerza. —Duerme, Ari. Duerme.

***

—Ari. —me llamó una voz. —Ari despierta.

Fruncí el ceño.

—Ari... —parpadeé intentando despertarme y la luz se filtró por mis ojos.

La cara de mis padres fue lo primero que vi.

—Eh...

—Buenos días. —murmuró mi padre de brazos cruzados. —Te quedaste dormida.

¿Dormida?

— ¿No estas durmiendo bien estos días? —siguió mi madre.

— ¿Qué? —me senté en el sofá donde estaba tumbada y me toqué la cabeza. —Yo no me he dormido.

Mis padres se miraron.

—No me he dormido. —repetí. —Pero si lo yo estaba contigo mamá, llegó Tom y me fui a buscarte. —miré a mi padre. —Pero no te encontré y me perdí y entonces Juana... —abrí los ojos. — ¡Juana me puso algo raro en la boca y me dejó dormida!

Todos miraron a Juana que se encontraba en una esquina de la habitación.

—Creo que está alucinando.

— ¡¡No estoy alucinando!! —elevé el tono de voz y mi padre me puso una mano en el hombro cuando fui a andar hacia ella. — ¡Me has hecho algo! ¡Me querías secuestrar!

Todos me miraban sorprendidos.

—Cuanta imaginación tienes. —se rio Juana. —Yo no te he visto en toda la mañana.

—Eso es mentira.

— ¿Seguro que no lo soñaste? —me dijo mi madre. —Tom te ha encontrado dormida aquí.

—No lo he soñado. Estoy diciendo la verdad. —miré a todos.

Nadie me creyó.

***

Narra Juana

《Momentos antes》

Tomé a Ariadna en brazos y terminé de recorrer el pasillo. La salida trasera del estadio me dio la bienvenida y empujé la puerta blanca para salir al exterior. El viento me removió el pelo y me aproximé a la furgoneta blanca para meter a la niña.