Capitulo 8

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Narra Pilar

Por un momento, evité respirar como si aquello fuera a funcionar en algo. Estaba de espaldas a mí, pero por el ruido que debí de hacer, se giró y quedamos cara a cara.

Le miré en silencio. Era igual de atractivo despierto que dormido. Despacio e intentando no hacer mucho ruido, me deslicé hacia atrás. Estaba en el borde de la cama preparada para levantarme, cuando de repente, un brazo pasó por mi cadera y me atrajo hacia él.

Me tensé por completo y me quedé mirándole con nerviosismo. Nuestras narices rozaban y su respiración estaba chocando contra mi mejilla. Puse mis manos en su pecho para poder empujarle un poco y apartarme, pero me quedé quieta al notar su piel desnuda bajo mis dedos.

— ¿Me extrañabas y decidiste venir a mi cama? —preguntó con la voz ronca y aún con los ojos cerrados. No pude evitar asustarme. —No pensé que esto pasara el primer día, pero si quieres...

Una sonrisa pícara salió de sus labios y yo le di un leve golpe en el brazo.

—Mira que sos boludo. Estoy intentado ir al baño. —susurré.

Abrió los ojos aun con esa sonrisa engreída en el rostro. Nos quedamos mirando en silencio.

Su sonrisa se desvaneció para dar lugar a una expresión confundida.

— ¿Estás llorando?

—No.

—Tienes los ojos rojos, Pilar. —contestó rodando los ojos y pasó un mechón de mi pelo por detrás de mi oreja.

—Es alergia.

—Sólo tienes alergia a una cosa y dudo que te hayas puesto a comer eso ahora. —murmuró. — ¿Tuviste un mal sueño?

—Más bien fue un recuerdo. —le dije suspirando y me giré para mirar al techo.

El llanto del bebé resonó en mi subconsciente.

— ¿Qué pasó? —me preguntó.

Le miré de reojo. No podía decirle algo así ahora mismo. No se merecía enterarse de esta forma.

—Ahora mismo no tengo ganas de hablar, Purre.

Me miró fijamente. —Está bien. —levantó la mano de mi cadera y yo le miré. — ¿Qué? ¿No querías ir al baño? ¿O acaso era una excusa? —sonrió.

—Tarado. —dije riendo mientras me levantaba.

La lejanía de nuestros cuerpos me provocó un escalofrío.

—Está allá. —dijo señalando una puerta gris.

—Gracias. —contesté y me metí en el baño.

Dentro, me lavé la cara e intenté tranquilizar mi corazón enloquecido. Y no sabía muy bien si había sido por el sueño o por estar tan cerca de Purre. Me miré en el reflejo del baño y suspiré hondo.

Siempre se repetía el mismo recuerdo. Pensé que lo había superado. Ya habían pasado muchos años desde que perdí a mi hija, pero siempre se repetía una y otra vez como un recordatorio de que perdí al ser más querido que tuve en mi vida.

A veces pensé que me quería decir algo. Es decir, que Ariadna no había muerto, pero eso era imposible. Era imposible porque vi su cuerpo sin vida. Vi a mi hija marcharse el mismo día que llegó al mundo.

Me volví a echar agua en la cara para despejarme, respiré hondo y salí del baño.

— ¿Qué haces sentado? —le pregunté a Purre.

Papá, ¿Qué Es Pilurre? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora