Capítulo 6

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Narra Purre

Entré en la habitación con mucho cuidado de no hacer ruido.

Cuando cerré la puerta y me giré para encarar uno de los mayores temores de mi vida, la encontré tumbada en la cama del hospital. Parecía un Ángel dormido.

Me acerqué a ella. No había cambiado nada. Seguía siendo por fuera la misma chica que hace nueve años. Pelo rubio, labios finos, piel suave, nariz pequeña...

Suspiré y me senté en la silla de al lado de su cama. Me quedé mirándola tanto tiempo que temí que se despertara y me pillara mirándola. No sé porque lo hice, pero me vi a mi mismo agarrando su delicada mano entre las mías, que estaban frías y pálidas.

Y esperé. Pasaron las horas y no se despertaba. Varias enfermeras entraron en la habitación para asegurarse como estaba, y me contaron que se despertó, empezó a llorar y luego se quedó dormida.

Cansado, me recosté sobre la silla y comencé a ojear mi celular. Me entró una llamada y atendí sin mucho entusiasmo.

—Dime Majo. —contesté.

—Ari ya se ha despertado. —me dijo desde el otro lado del teléfono. —Está preguntando por vos. ¿Vienes o la digo que...?

—Ya voy para allá. —dije y corté la llamada.

Me levanté de la silla y me acerqué de nuevo a Pilar. La miré desde mi altura y suspiré hondo. Me acerqué a ella y le di un beso en la frente.

—Volveré luego ¿vale? —susurré. —Gracias por salvarla.

Y decidido, me giré para salir se la habitación.

— ¿Purre? —oí que me llamaba con una leve voz.

***

Narra Pilar

— ¿Purre? —dije débilmente.

Vi como su espalda se tensaba con mi voz y se giraba lentamente para mirarme.

Y es que, no había cambiado nada. Seguía igual de guapo que hace nueve años. Nos quedamos mirándonos mutuamente en un silencio incómodo.

— ¿Qué haces aquí? —hablé por fin recuperando la voz.

Me intenté incorporar, pero él se acercó a la camilla y me lo impidió poniendo una mano en mi hombro.

Su contacto con mi piel, aun estando la bata del hospital, me provocó un escalofrío.

—No te levantes. Tienes que descansar. —me dijo con esa voz que podía hacerte temblar las rodillas. Le miré de nuevo. —He venido para saber cómo estabas y darte las gracias.

— ¿Las gracias? ¿Por qué? —pregunté frunciendo el ceño.

—Por salvar a mi hija.

Parpadeé varias veces comprendiendo su respuesta. —Ari... ¿Ariadna es tu hija?

¿Purre tenía una hija? ¿Desde cuándo? Sin saber el motivo, el corazón comenzó a dolerme.

—Sí. —contestó. —De verdad, gracias por sacarla. Si la hubiera pasado algo no sé qué hubiera hecho.

Bajé la mirada a mis manos y asentí con la cabeza.

—No es nada, Purre. ¿Ella está bien?

—Sí. Está bien gracias a vos. —asentí de nuevo.

Suspiré hondo y tragué saliva. Las manos me temblaban sin motivo alguno.

—Me gustaría descansar.

Papá, ¿Qué Es Pilurre? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora