LXIII

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"Moira"

"El destino de una

Persona"

Las horas corrían, pero el odio permanecía en aquellas estrecha habitación donde el pánico cundía, donde los alumnos se observaban con desprecio los unos a los otros.

Ocultos tras sus compañeros, al final del aula, un duelo de miradas aún se disputaba entre los novicios de vampiro, Taras, quien debió ir a la enfermería por un extraño pico en su desgarrada piel, y la podre de Lera, la muchacha de enormes gafas cuyas lagrimas empañaban constantemente. Tal vez Ionel tenía razón, intentaban ponerlos en su contra, alejarlos, atrincherarlos entre aquellas miradas inquietas que le regalaban sus compañeros, como si ellos fueran bestias, como si fueran a atacarlos del mismo modo en que Viorica saltó sobre el joven Didenko.

La rectora hablaba monótonamente, repitiendo una y otra vez que debían tenerse respeto entre los compañeros, del mismo modo que debían cuidar los elementos que los ofrecía la institución. Aunque aquello no sirvió de mucho para acallar la saña entre el fuego y hielo que las miradas de Ionel y taras representaban.

Sin embargo, las verdaderas miradas de ira iban dirigidas a Lyaksandra Kaminski, quien se tomaba muy a pecho su puesto como mascota de la directora. Desafortunadamente su cobardía le había prohibido nombrar a lujo de detalle quien habían sido los culpables, y sus excusas sobre no saber quién había sido el culpable de las marcas en los bancos no sirvió para librar al curso de la reprimenda a los que condeno, la cual ya se estaba excediendo de los limites.

Viorica intentaba concentrarse en las palabras de la mujer al frente, pero no podía evitar que sus ojos se vieran atraídos a las marcas rojas de su barco, el lugar que intercambió con Jalil para poder discutir con Ionel sobre el asunto. Lamentablemente la información que pudo recolectar de aquella firme roca de labios sellados fue casi nula.

Viorica deslizó sus dedos por aquella superficie rugosa color carmín, un misterio, un mensaje oculto. ¿Qué significaba? ¿Por qué Lera estaba involucrada? ¿Por qué una cruz? ¿Acaso la estaban marcando, borrando de su plan o tal vez intentarían deshacerse de ella? ¿Podría tratarse de una advertencia o algún mensaje cifrado que involucrara cada una de aquellas palabras? Tantas incógnitas surcaban su mente, preguntas sin respuesta que se sumaban a los males que no le permitían dormir durante la noche. Sin embargo, Una sola cosa tenía la colorada muy en claro, Ionel sabía mucho más de lo que sus labios soltaban.

Cuando el sermón con el que la rectora torturaba al alumnado finalmente cesó, ni sin antes advertirles que todos serian amonestados con una sanción, y los dejo en libertad, el aura de discordia que inundaba los desolados rincones de la institución incremento ameritando guerra, un enfrentamiento que se llevaría a cabo fuera, una verdadera batalla campal sin reglas, donde todos corrían peligro y no se encontraban aliados.

Afortunadamente, cuando el alumnado que había quedado atrapado bajo las garras de la justicia pudo por fin pisar el pavimento que para ellos representaba no más que sagrada libertad, la vista de todos se clavó fija en los tres demonios que te tentaban a cometer pecado que se encontraban junto al, no mucho menos atractivo, hermano de Viorica.

Cristian, al igual que los gemelos Roma y Bertrand, esperaban a los adolescentes recostados sobre un auto mal estacionado delante del instituto. Los tres Sabuesos se mostraban sumamente intimidantes, aun sin armamento o el equipo que siempre cargaban, tal vez porque a ello se dedicaban y les resultaba normal adoptar aquella actitud.

Los gemelos, quien al parecer comenzaban a tomarle el gusto a la ropa de civil, vestían atuendos bastante similares a los que Viorica les había prestado la vez anterior. No obstante, el que verdaderamente se llevaba todas las miradas, quien verdaderamente sembrara el pánico y misterio en la mirada de los jóvenes, era Bertrand.

Metamorfosis © - El resurgir de las tinieblas (PRIMER BORRADOR) | ✓Where stories live. Discover now