LXXXII

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"Súton"

"Ocaso; El acercamiento de la

Muerte o el final de algo"

Las manecillas habían corrido mucho más aprisa de lo que su perspectiva del tiempo pudo advertir. Tan velozmente que ahora, revelado en una esquina con los rizos rebeldes, los primeros botones de su camisa esmeralda abiertos y una taza de té rosado entre sus dedos, Cosmin no podía creer lo que su reloj de bolsillo le advertía, micho menos afrontar que le quedaban escasos momentos para apreciar el magnífico paisaje que antes él se presenciaba.

Aquella gigantesca sonrisa de dientes perlados, esas manos flamencas que eran guiadas por los golpes de la lúgubre melodía, las perlas y plumas que acompañaban los movimientos de aquella muchacha de espeso cabello y vestido entallado al cuerpo. Un paraíso etéreo que solo Ozana era capaz de crear mediante sus encantos, capturando la vista de quienes la rodeaban.

Sin embargo, una única mirada era la que a ella verdaderamente le interesaba, aquella que, afortunadamente, había estado prendida a ella con el mismo amor y encanto con el que la habían observado durante años. La mirada ámbar con la cual sus ojos se encontraban cada vez que levantaba la vista.

- Ve un rato con Atelén.- La Mistse indicó un lugar lejos de la pista a los dos niños con los que hacia un rato había comenzado a bailar para distraerlos, evaporar de sus inocentes mentes la disputa junto a los líderes.

No estaba de más decir que ahora podían olvidarse casi por completo de los problemas, ya que todo se encontraba encaminado a solucionarse, permitiéndoles borrar el temor de sus mentes y gozar de aquella noche que deseaban fuera eterna.

Los niños se divertían en la mesa de postres y las sonrisas parecían comenzar a emerger en las personas por quienes tenían gran afecto. El ambiente parecía tornarse a su favor, esperanzándolos, permitiéndoles a la pareja Koplov, entre los sonidos tétricos del teclado que se fundían en las notas del bajo y las luces estrambóticas que mostraban el movimiento de sus cuerpos en cámara lenta, rememorar sus noches de juventud.

La dama de castaños cabellos danzaba como si no hubiera una mañana, robando suspiros de quienes la rodeaban pero únicamente prendida a la mirada color fuego de su marido que lograba derretir las tonalidades gélidas de sus picaros ojos.

Unos labios carmín que le regalaron una sonrisa seductora mientras sus dedos invitaban al Wucht a la pista, resultó ser el anzuelo más eficaz para que Cosmin se despegara de la esquina siendo atraído por sus embrujos y, así, compartir con ella de aquel suelo donde ahora que había caído la noche, se había convertido en el perfecto antro.

El hombre de dorados risos y la dama de vestido satén color esmeralda con detalles en wengue, gozaron del aquel momento como no lo hacían hacía tiempo, disfrutando de la cercanía y el calor que provocaban los roces de su piel, caricias dulces que culminaban en encuentros cargados de ternura y poco a pocos los obligaba a acercase aún más.

Cosmin sujetó a Ozana de la cintura, aproximándola juguetonamente hacia él, clavándole aquel par de anaranjados y prendidos ojos en los labios, aquella bocas que Ozana mordisqueaba deseosa de culminar unida a la suya. Sus cuerpos ardían bajo el parpadeo de las luces fluorescentes, atrapados en la euforia que los obligaba a sentir el compás sombrío y violento de la música como si fueran los latidos de sus corazones. Había sido como una inyección de adrenalina que rápidamente resultó extinta cuando todo se convirtió en oscuridad y silencio.

Atrozmente los focos incandescentes se dispararon encegueciendo por completo a la multitud furiosa y desconcertada. El clima armónico y sombrío había sido violentamente destruido por brillantes luces blancas que ya no iluminaban la pista con un dejo alegre y festivo, sino que ahora permanecían estáticas en un punto muerto, tornando la habitación en un cuarto triste y oscuro donde solo resplandecía un balcón vacío.

Metamorfosis © - El resurgir de las tinieblas (PRIMER BORRADOR) | ✓Where stories live. Discover now