LVI

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"Poẑár"

"Una gran cantidad de fuego extendiéndose

Sobre una vasta superficie"

Las llamas comenzaron a extenderse por todo su cuerpo, haciendo sentir la furia de mil avernos. Estaba molesta y atemorizada, un sin fin de emociones que se incrementaban aún más en aquel reino de oscuridad donde el vacío de su mente en ruinas era el único eco, donde los gritos de su antiguo ser retumbaban en las paredes foscas de su subconsciente enfermo dejando en claro que esa persona ya no era dueña de aquel cuerpo.

Las antiguas runas que marcaban palabras de fuego por todo su cuerpo cada vez brillaban más, con más potencia a medida que la arena caía en el reloj, acorralándola, sumiéndola en el infierno. La explosión seria inminente, una supernova que arrasaría con todo.

El bosque rebajado a cenizas, casas teñidas de carmín, personas en llamas suplicando misericordia. Todo estaría perdido, todo a causa de un estallido, un error, la oscuridad que abarrotó un cuerpo que no pudo soportar su fuerza. Aquel caos seria culpa de ella, todo sería debido a...

- Viorica.- La colorada oía que Jalil intentaba llamara su atención, pero ella simplemente no podía aislarse de aquellos extraños y catastróficos sueños que había comenzado a tener desde que las primeras runas aparecieron en su cuerpo, desde que el veneno de aquel cardo se insertó en su ser. No podía dejar de rememorar aquel encuentro ¿Quién era la persona en el lago que resultaba tan familiar? ¿Qué era lo que quería obtener, que podría brindarle ella? ¿Cómo podría librarse de aquel veneno que sacaba a flote su lado más oscuro, que hacia emerger el odio, la ira o el pánico? – Tierra llamando a Vi.- El muchacho, ya cansado de que no le prestara atención, se acercó a la joven sacudiendo su mano muy próximo a su rostro.

Desde la muerte de Ibai, defunción la cual Viorica aun duda, su puesto había quedado vacío. El colegio no había vuelto a tener aquella suerte como la que tuvo con la joven Brown, una muchacha que llegó de un día para el otro ofreciendo cualidades excepcionales, cumpliendo todos los requisitos que pedían. Nadie quería aquel puesto, nadie era lo suficientemente bueno como para llenar sus zapatos, parecía como si el cargo hubiera quedado maldito, como si no quisiera ser tomado. La única característica positiva que los jóvenes podían destacar de aquella tragedia, era que todos los lunes y jueves salían temprano y tenían mucho más tiempo para relajarse antes de ingresar a los ensayos para la obra, acto que obligatoriamente la directora decidió continuar en conmemoración a la profesora Brown.

El primer jueves de agosto, un día que ya llegaba a temperaturas bajo cero, desproveyendo a los arboles de cualquier tipo de abrigo, dejándolos secos y tristes, no fue la excepción. A pesar de que el clima resultaba tan gélido que quemaba y las calles parecían desoladas, los jóvenes aprovecharon la compañía que solicito Lera para salir del colegio y llenar sus pulmones con aire puro. Acción de la cual Jalil se arrepentía completamente.

- ¿Qué quieres? – Soltó Viorica molesta golpeando su mano para que la quitara, ya un poco hastiada de que estuviera chasqueando los dedos tan próximos a sus ojos.- Perdón,- Suspiró al notar que el muchacho la observaba incrédulo. Él más que nadie había notado su cambio en los últimos días, los conocía como si fuera él mismo y ahora la muchacha se mostraba siempre dispersa, siempre callada, como si estuviera vacía. La Viorica que él conocía no era así.- no dormí muy bien los últimos días.- Se refregó el rostro con ambas manos intentando lograr que su verdadero yo despertara, que la Viorica orinal volviera a tomar el mando o, al menos, dejar de sentirse tan cansada siempre.

- No pasa nada,- Jalil cerró un poco más el cuello de su Montgomery, haciendo su mejor esfuerzo por que el frio no le invadiera hasta las entrañas. Odiaba sentir tanto frío, aquella eterna necesidad de temblar al compás del viento, aquello era lo único que envidiaba de su amiga, como con los años su cuerpo parecía volverse cada vez más atérmico.- solo quería hablar.- Los minutos pasaban y el muchacho ya comenzaba a aburrirse de estar sentado en la vereda bajo la lujosa vidriera de la rosada tienda de Madame Nut, la tienda con las más finas sedas donde Lera mando a hacer sus vestido para la graduación.- ¿Debería preocuparme? – La observó con intriga, de una u otra forma adivinaría su desconcierto, aun cuando ya tenía ciertos indicios de los que le sucedía. Lo sabía hacía ya un tiempo, lo único que esperaba como su mejor amigo era que por lo menos se lo dijera por mérito propio, que tuviera al menos algo de confianza en él quien siempre le contó todos sus problemas e inquietudes.- Te conozco y sé que algo te sucede.- La incentivó a hablar. Sin embargo, el hecho de que la colorada se negara le indigno aún más.- ¿Ahora va a ser así? – El muchacho bajó la mirada.- Ya no salimos, tampoco me hablas. – Unió sus manos dejando ver aquellas horribles pulseras que habían hecho de niño, un trozo de hilo que ninguno de los dos se había quitado nunca y la suciedad que cargaban no era más que otra prueba de su amistad.- Es como si ya no fuéramos ese dúo indestructible que solíamos ser.

Metamorfosis © - El resurgir de las tinieblas (PRIMER BORRADOR) | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora