LXI

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"Eeriest"

"Misterioso, tan extraño como para

Inspirar un sentimiento de miedo"

Sus pies ya no daban más, el aliento se le escapaba del cuerpo y su ímpetu por huir se desvanecía con cada paso que daba hacia un destino incierto. La joven de desgreñado cabello corría desesperada por el bosque con sus pies descalzos los cuales, fríos por la humedad de la tierra y lastimados por las inmundicias en el terreno, entorpecían su huida de aquellas bestias que gruñían entre la tempestuosa neblina que le prohibía divisarlas o al carnicero que las guiaba, aquel muchacho de fluorescentes ojos verdes.

La cuerda que amordazaba sus muñecas provocaba que su avance fuera lento, inquieto, trémulo ante la idea de que una mala pisada significaría su perdición, la caída que acabaría con tal vez su última esperanza de libertad. Esta no era la primera vez que intentaba huir y, los cortes en su cuerpo, la cuerda que rodaba sus brazos o la carne expuesta que dejo el roce de la cadena que la mantuvo cautiva desde que descubrieron que el prisionero a su lado, un joven demacrado con ojos cansados, la ayudaba a soltarse una y otras vez. No le importaba lo que le hicieran luego, él siempre encontraba una manera de librar a la muchacha, y así lo intentaría hacer hasta lograr salvar al menos a uno de aquello pobres cautivos.

Él, aquel muchacho de quien solo conocía la voz, era el motivo por el cual Oxana Kozel continuaba corriendo, el motivo por el que seguía adelante, quería salvarlo, salvar a todas aquellas personas con la que aquellos maniáticos jugaban a ser Dios. Lamentablemente su cometido no sería cumplido si seguía perdida, ya que si estuviera a unos pasos de Edelweiss o a kilómetros de este, la bibliotecaria no reconocía el lugar en que se hallaba parada.

Se detuvo un momento en el descampado rodeado de tinieblas para tomar aire, a pesar de que no la habían maltratado tanto como a los demás, la falta de alimentación, las noches transportándolos a patadas de un lado al otro y el desgaste psicológico, poco a poco corrompían su ser volviéndola un ser débil. La frialdad bajo sus pies y el agotamiento en su respiración provocaban que cada pisada pareciera una puñalada que le arrebataba un trozo de su vida. Sus esfuerzos por captar un poco de aire que alimentara sus agitados pulmones eran forzosos, no podía permitir que aquellas bestias huesudas la alcanzaran, no luego de ver lo que eran capaces de hacer.

Aquellos monstruos salidos del averno eran salvajes, inestables, y perseguían a sus víctimas como si fueran perros hambrientos, como si en lo único en lo que pensaran fuera en desgarrar carne. <En que los convirtieron> Pensó Oxana al escuchar sus jadeos, eran tan veloces, tan fuertes, retomando nuevamente su carrera. No entendía como aquellos demonios en algún momento pudieron ser humanos.

Oyó sus pasos tras ella cuando se adentró al bosque en su inútil intento por escapar, sin comprender que aquel mal paso representaría su peor error, su fin. Ya imaginaba a los monstruos aproximándose a consumir su carne al verse atraídos por la fragancia de la sangre que comenzaba a brotar de su piel, condenando su alma.

Intentó arrastrarse pero rápidamente sus manos gélidas la arrastraron tomándola por las piernas, sintiendo su respiración putrefacta próxima a su inmaculada piel cuando sus uñas se incrustaron en la tierra en su último e inútil intento de huir. Este era su fin, el verdadero, el que esperó desde el momento en el que los dejo entrar en su casa. ¿Temía morir? Claro que lo hacía, pero sin duda prefería morir a vivir otro día en aquel infierno de sangre y caos.

- ¡Alto!- Al oír aquella voz rasposa, aquella voz que parecía estar rota y era la dueña de sus pesadillas, los ojos de la muchacha se cristalizaron. La bestia la había encontrado.- Oxy, Oxy, Oxy...- Se acuclilló reprochándola como un padre a su pequeña, con dulzura, aunque cargada de veneno.- ¿Otra vez escapando? – La tomó del mentón obligándola a que lo viera a los ojos, aquellos ojos verdes cargados de fría oscuridad. Zagan se había encargado de ella desde el momento en el que utilizaron a un joven herido para ingresar a su casa y, de la única manera en la que Oxana podía describirlo, era maldad pura.- Supongo que a Cillian le agradará volver a verte.

Metamorfosis © - El resurgir de las tinieblas (PRIMER BORRADOR) | ✓Where stories live. Discover now