LVII

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"Reverie"

"Soñar despierto; un estado

Abstracto de absorción"

El calor subió por su garganta quemando todo su cuello, produciendo una gran sensación de ardor en su esófago. Le resultó inevitable no abrir los ojos en el momento en el que los primeros gritos se hicieron presentes y los chillidos de sus familiares le hicieron desear no permanecer ni un segundo más dentro de aquella oscura pesadilla.

Viorica despertó estrepitosamente, agitando los brazos con desesperación al verse incapaz de captar aire y así reavivar sus moribundos pulmones. Siempre abriendo los ojos con la misma sensación, empapada en un sudor frío que la hacía temblar abruptamente, repitiendo una y otra vez ese eterno calvario.

Sus ojos se movieron en todas direcciones, hurgando con la mirada cada rincón de aquella habitación que por alguna razón aún mantenía los tintes rojizos de aquel mal sueño, buscando algo que le demostrara que se encontraba alejada del mundo que creaba su subconsciente por las noches.

El suspiro de relajación que soltó al notar que se encontraba en la seguridad de su cama y no entre rejas en aquel bosque siniestro, que las únicas paredes que veía eran las que había pintado durante su repentino cambio de gustos en verano en lugar de aquella caravanas que parecían de carnaval, rodeada de gritos parecidos a los de Vasile mezclados con el ambiento sonoro de una feria, fue liberador.

Refregó sus ojos con cansancio, solo había sido otra de esas horribles y repentinas pesadilla y, de lo único que debía preocuparse, era de esa horrorosa sensación rasposa que se instalaba en su garganta cada vez que tenía uno de esos vacíos encuentros con la muerte y el dolor. Había veces que las imágenes eran tan vividas que las lágrimas brotaban de sus ojos con tal vivacidad que lograban salir del sueño a la vida real, y eran cuestiones como esa, la humedad que palpaba bajos sus ojos hinchados, las verdaderas causantes de que, de tanto en tanto, pensara si aquello que veía era real.

Un ligero golpe en el cristal de su ventana fue suficiente para que el pánico volviera a invadir todo su cuerpo, paralizándola nuevamente. Odiaba aquella sensación, sentir miedo de vivir en su propia casa, no verse capaz de reaccionar ante una sombra u oír un ruido probablemente producido por los Sabuesos que rodeaban su casa.

Su respiración nuevamente se mostró agitada y, una vez más, la sensación de estar siendo observada por sombras que se ocultaban en su habitación se insertó en su cuerpo como veneno, aquellas gélidas sombras que congelaban sus cuerdas vocales y convertían su habitación en un hoyo negro colmado de frialdad volvían al acecho.

Dudó un momento en bajar los pies descalzos al suelo y, a pesar de autoconvencerse de que aquello era parte de su imaginación, no pudo hacerlo. Estaba aterrada, tan traumada que incluso la presión la obligaba a romper en llanto al verse incapaz de actuar. Porque así era el miedo, una voz en tu interior que se alimenta de tus fobias, creciendo, volviéndote un ser incapaz de actuar por tus propios medios.

Intentó respirar mientras sus manos se apretaban con fiereza a las sabanas, incrustando sus uñas, dispuesta a acallar aquellas burlonas voces que la guiaban a sentir temor, a que volviera a cobijarse entre las sabanas. Bajó un pie a la vez, la madera se sintió fría y áspera bajo el tacto de sus pies.

Por lo general, cuando se vía dispuesta a avanzar, aquella sensación de eterna alteración cesaba. Pero esta vez toda resultó diferente, a medida que avanzaba las percibía con mayor intensidad, aquellas sombras oscuras que la observaban desde los rincones, la sensación de sentirse acorralada, ansiosa al no poder ver sus rostros pero si su frívola presencia.

Metamorfosis © - El resurgir de las tinieblas (PRIMER BORRADOR) | ✓Where stories live. Discover now