LV

39 8 3
                                    

"Mirk"

"Parcial o totalmente

Oscuro"

Edelweiss asemejaba un pueblo casi fantasmal en aquel día tempestuoso. Los arboles meciéndose sínicamente guiados por el viento, las sombrías casas rodeadas de pesada bruma que se desplegaban en aquel paisaje tormentoso en el cual jamás parecería amanecer y el único sonido que se oía a kilómetros era el ronroneo del auto de Ionel, Anouk no deseaba alarmar a los habitantes que plácidamente dormían en sus casas. La tempestad de sus destinos se veía reflejada en los fríos y vacíos ojos de un par de cuervos que graznaban en el cableado, amontonándose en ellos como una vil pandillas que solo buscaba incordiar a las personas al pasar, demostrándole a Viorica los silencioso que todo se encontraba. El eco de sus chillidos, casi parecidos a una risa burlona, y el rechinar de alguna que otra persiana mal cerrada era la única compañía en aquel funesto camino.

Haber pasado de las perlas y el marfil, la plata y el glamour, las lentejuelas y el lujo, del calor de un té que producía luz en tus papilas a una oscuridad frívola que te consumía por dentro era decadente, produciendo en la colorada una melancolía que jamás había experimentado. El sueño en Pidhirtsi había acabado y era momento de volver a una realidad donde todos los días las nubes y el tormento arrasaban los cielos.

Las gotas impactaban contra el parabrisas con mayor intensidad a medida que la civilización les daba la espalda y su residencia comenzaba a asomarse frente a ellos.

A simple vista la zona parecía tranquila, sin embargo la pestilencia a muerte no tardó en invadirlos cuando las puertas del auto se abrieron de par en par.

- No se alejen de mi.- Susurró Bertrand posicionando la mano en uno de los filosos cuchillos que rodeaban su muslo. Los Sabuesos no están en posición ¿Acaso Hana les había permitido romper filas?

Viorica ya casi ni podía ver por la llovizna que, a medida que avanzaban, cada vez parecía volverse más intensa. Sin embargo, algo que no hubiera podido ignorar ni aunque estuviera ciega, fue el cambio rotundo en Bertrand, como si todo en su interior se hubiera desplomado. De un momento a otro permaneció inmóvil, completamente rígido, perdiendo aquella imponente postura de ataque, dejando caer sus brazos.

En un primer momento Viorica creyó no había peligro, que todo había sido otro de los engaños de Cillian para asustarlos y que por fin podría entrar a darse un baño y descansar. Pero estaba equivocada, tan equivocada que al encontrarse con la realidad misma no fue capaz de afrontarlo.

Un suspiro salió de entre sus labios, presa del pánico, del dolor. <Cuerpos> era lo único que su mente podía procesar, cinco cuerpos desparramados por el patio traseros, tan golpeados y desfigurados por los cortes y el incesante golpeteo que, de no ser por sus atuendos, serian casi imposibles de reconocer. En cierto modo, fue afortunado que la lluvia se encargara de purificar sus cuerpos corrompidos, limpiando cada gota de sangre, dejándoles en un estado mucho menos deplorable, menos catastrófico para quienes los hallaran.

- Bertrand, yo...- Anouk pareció reaccionar al mismo tiempo que el Sabueso, que observaba la escena con cautela, dedicándole el tiempo suficiente a cada uno de sus compañeros, torturándose con aquellas imágenes y el pensamientos de no haber estado a su lado, batallando con ellos, dándoles una mano. La magulladuras, cada golpe, cicatriz y lastimadura que se amontonaban en sus cuerpos eran el único testimonio de lo que habían sufrido.

El joven de ropajes oscuros se aproximó decaído, casi arrastrándose al último cuerpo, el más alejado, un cuerpo alargado de contextura morruda y lacio cabello azul sin poder evitar pensar que aquellos ojos descoloridos lo observaban suplicantes, reprochándole vilmente que él no había estado junto a ellos. La sangre mezclada con la tierra, su rostro inexpresivo, una última daga aferradas débilmente entre sus dedos, Bertrand sabía muy bien que Hana no se había ido de este mundo sin haber peleado primero, ninguno de ellos. Una reñida batalla que los cuchillos casi desintegrados entre los pastizales dejaban muy en claro.

Metamorfosis © - El resurgir de las tinieblas (PRIMER BORRADOR) | ✓Where stories live. Discover now