LXII

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"Ilmestys"

"Manifestación;

Revelación"

Sus manos estaban cubiertas de sangre, oscura sangre que divagaba cálida entre sus dedos y manos volviendo borgoña todo a su paso.

Su corazón bombeaba acelerado, el joven inquieto tomó su cabeza jalándose de los cabellos bajo la influencia de aquel frenesí de emociones y sentimientos. Era una locura ¿Qué acababa de hacer? ¿En qué clase de maníaco se estaba convirtiendo para cometer tal caos, para ser un Ionel que a veces ni él reconocía?

Aun un tanto mareado el Wucht llevó sus manos a su frente sin darle importancia al líquido espeso que amenazaba con mancharlo, tanteando su camino en aquella habitación donde la oscuridad y el silencio se volvieras sus cómplices. No recordaba nada de lo ocurrido luego de abandonar la mesa durante el desayuno, donde sus labios tomaron vida propia y hablaron por encima de sus pensamientos.

Corrió velozmente hasta su puerta guiado por el haz de luz bajo ella, derrumbándose sobre ella al verse su pie atorado entre la maleza de su habitación que entre tanto caos no le permitía huir. Las marcas de sus palmas se mancharon carmín dejando el rastro de una tragedia que el miedo le obligó a cometer, matar una parte de lo que era, el demonio que lo condenaba a volverse una bestia antes de que fuera tarde, golpear el concreto hasta que sus puños perdieran la fuerza. No lo logró y el resultado fue el completo opuesto a su deseo.

Salió de la habitación trabando su puerta con seguro, no podía permitir que nadie ingresara, que los adultos encontraran su desastre, los golpes en las paredes, la sangre, los dibujos, la ira en su mayor expresión. Y rápidamente se dirigió al baño donde se encerró.

Lavó sus manos rascándolas con gran ferocidad intentando ignorara las imágenes en su cabeza y el dolor en su corazón que palpitaba a gran velocidad.

Las lágrimas caían por sus mejillas a medida que el espeso liquido transformaba la pureza del agua que corría en un vertedero de muerte, un espeso lago de sufrimiento y decadencia que transportaba consigo no más que devastación, sollozos y violencia. Estaba devastado, enfadado, frustrado, por más que rasgara y arañara su piel con fuerza las marcas no desaparecían, el recuerdo no se borraba de su mente. Pronto lo llamarían para ir al instituto y los extraños signos que surcaban sus brazos que tanto le llamaban la atención no parecían querer marcharse.

Las observó por un momento, alejándose del agua, preguntándose que eran aquellas marcas dibujadas en su piel que parecían estar quemando su alma ¿Qué significaban? ¿Acaso él había sido capaz de trazar aquel dialecto tan primitivo, aquel idioma que dominaban los Privilegiados?

El correr del agua nuevamente lo transportaba, Ionel no reaccionaba, las gotas de sangre que caían por sus manos retumbaban en aquel espejo cristalino tornando la pureza en pecado, la pulcritud en desorden, oscuridad carcomida por las impurezas del mundo. Él joven muy bien sabía que solo tenía que extender sus manos hacia la claridad, permitir que el roce de la corriente acariciara con frialdad sus lastimadas manos, pero un siseo inquieto en su mente lo mantuvo cautivo en las runas de su brazo.

Como si supiera lo que significaban pero al mismo tiempo ignorara su mensaje, acarició los dibujos marcados con odio con sus yemas. Un fuerte chispazo acompañó el ardor que se produjo en su memoria, un doloroso sentimiento que lo obligaron a tomar su cabeza reclinándose en el suelo.

Las imágenes se comenzaron a reproducir a gran velocidad en su inconsciente. Las serpientes privándolo del aire, los cuervos, la dama blanca y una palabra, fue lo único que basto para que las marcas en sus brazos volvieran a arder como hierro a rojo vivo.

Metamorfosis © - El resurgir de las tinieblas (PRIMER BORRADOR) | ✓Where stories live. Discover now