Capítulo 13

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Mía

Cuando ya era la hora de salida me levanté y recogí mis cosas. Estaba nerviosa mientas caminaba al despacho de Renzo, pero todo mi vigor se esfumo cuando llegue y me dijeron que él no estaba. Me había dejado un sobre con su secretaria, un cheque con más dinero del que necesitaba estaba adentro. Lo tome y regrese sobre mis pies.

Ni bien pisé el hospital fui al encuentro del médico, él me ayudo con los tramites y me explico cómo sería el procedimiento quirúrgico. La operación estaba programada para el día siguiente en la mañana.

Estuve con mi madre cerca de media hora, peinando sus cabellos, observando su rostro sereno y hablándole al oído. Tal vez ella me podría escuchar y recordar todo cuando despertara, de seguro estaría molesta cuando abriera los ojos y vea que me casa por un contrato. Pero para mí defensa, salvarle la vida a ella era lo más importante. Con los demás me liaría después.

Mis padres me habían criado con una mentalidad donde yo me respetaba y le era leal a mis principios. ¿Al firmar ese contrato los había roto? No, no al menos del todo. Si una de mis reglas, la más arraigada a mi ser, era proteger a las personas que amo no había hecho nada por el cual sentirme culpable. Pero si lo veíamos del punto opuesto, sentía que estaba vendiéndome, que tenia un precio. Solo eran nueve meses por delante, llenos de mentira, amor fingido y buenas actuaciones. Ojalá el tiempo se fuera volando.


Cuando llegué a casa el camión de la mudanza, que contraté en el almuerzo, me esperaba. Cogieron las cajas, solo me llevaría nuestras ropas, objetos personales y recuerdos familiares, el resto se lo quedaría el banco. Nos pusimos en marcha y lléganos a mi nuevo hogar.

Subieron todas las pertenencias, y mientras lo hacían calculaba que muchas cosas se irían para donar de nuevo, el espacio no era suficiente.

Pagué a los hombres de la mudanza con dinero que me sobro del cheque.

Me puse a ordenar, a poner cada cosa a su lugar, a volver a seleccionar lo indispensable y a votar algunos objetos a la basura. Arme un cuarto especial para mi madre, era el mas grande de las dos habitaciones, con sabanas limpias, sus colchas favoritas y la plantita de jade, que ella sembró unos meses atrás, la coloque al costado de su cama. Tendría que acostumbrarme, mi madre incluida, que un hogar no esta hecho por cuatro paredes sino por el amor de sus miembros.

Llegué a la cama cerca de la media noche, mi cuerpo estaba muy agota, pero aun así lo forcé a tomar una ducha. Cuando ya estaba debajo de mis colchas pensé en que faltaba unas horas para la operación de mi madre, en el contrato y en Renzo. Este día fue el más extraño de toda mi vida. Una propuesta que me salvo de la desesperación y un pago que daría por él, un amor que tendría que fingir.

Recuerdo a Renzo, cada movimiento que hizo mientras estábamos en el despacho de Axel, la sonrisa que lucio en su perfecto rostro cuando le dije sí a su locura.

Mi imaginación me traslado a un futuro cercana, yo vestida de blanco enchanchada al brazo de Renzo, la imagen no lucia del todo mal, pero le escaseaba la felicidad en los ojos. ¿Cómo podría fingir amor? ¿Cómo haría apara engañar a los demás de que lo amaba? Quizás esta farsa terminara fracasando más pronto de lo estipulado en el contrato.

No recuerdo a qué hora dormí o cuantas horas lo hice, solo sé que no fueron muchas. Al despertar dediqué mi empeño a limpiar y poner orden en la casa, pero solo terminé por poner los trastes de la cocina en las gavetas. Mis pensamientos iban del día anterior al de hoy, a propuestas, a firmas, camas de hospital y nerviosas esperanzas. Faltaba una hora para la operación.

Desempaqué una caja para concentra mi nerviosísimo en algo más productivo. Dentro había recuadros, álbumes de foto y juegos de mesa. Quizás era masoquista porque tomé el álbum y recorrí cada página. Mi cuerpo se volvió gelatina y caí cuando observé una imagen de mis padres, jóvenes, ella con una pronunciada barriga y vestida de blanco. Era del día de su boda. Ellos se profesaron amor hasta el final, tal vez por esa razón cuando un corazón se rompió dejo muy débil al otro, lo dejo luchado conmigo.

Lloré hasta que me dolió la cabeza, hasta que mi cuerpo me pidió agua, hasta que vi el reloj y marcaban treinta minutos antes de la operación.


Cuando llegue al hospital las enfermeras estaban alistando a mi madre, ella aún inconsciente sin saber lo que pasaba a su alrededor y poder tomar sus propias decisiones. Me permitieron unos minutos a solas, y le hable como si fuera el ultima vez, aunque por dentro rezaba volver a ver sus ojos verdes.

Hay momentos, pequeños o largos, de los que sabes que nunca vas a olvidar. De los que sacuden tu cuerpo y te deslizan en otra dirección, momentos que sabes que serán únicos, pero ¿en que sentido estos momentos te llegarán a ser únicos cuando los recuerdes? ¿Rosaran una rajadura o harán que tus labios se curven hacia arriba? Algunas decisiones no están en nuestras manos, aunque lo deseemos con la más grande fuerza del universo. 

Una Boda Por Un Contrato [Completo]Where stories live. Discover now