Capítulo 74

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Renzo

Mía está a unos pasos, muy cerca, exactamente a tres pies y dos escalones arriba recostada en la puerta.

Nuestra distancia es tortura. Arremato contra ella.

- ¿Fue suficiente tiempo? – pregunta cuando llegamos a estar frente a frente.

Han sido los quince minutos más torturantes de mi vida mientras conducía a casa de Lina e imaginaba a Mía esperándome en el umbral de la puerta, justo como sucedió.

-Lo necesario.

Bajo la mirada al suelo, nuestros zapatos casi te tocan, y quiero creer que este nuestro punto de partida, donde nuestros caminos se entrelazan. Levanto el rostro y observo a Mía, que luce radiante con ese vestido amarillo, el cabello libre y la mirada brillante, los ojos verdes y las mejillas rosadas y redondas. Hay algo diferente en ella, pero aún no entreveo si es bueno malo.

-Te amo. – suelto.

Mía abre los labios para responder, pero no le doy tiempo y cojo su nuca para fundirnos en un beso. El beso marca un nuevo inicio, sin culpas sin miedos sin ese extraño remordimiento que me pesaba en el pecho, es increíble, no solo el beso, sino el hecho de que después de ocho años estoy aquí, y no quisiera estar en ningún otro lugar.

-Te amo. – dice Mía cuando nos detuvimos para respirar.

Sonreí. Ella sonrió. Y eso fue suficiente para volver a besarnos.

¿Qué tienen esas personas que cuando llegan a tu vida sabes, en un rinconcito escondido de tu corazón, que se quedaran y lo cambiaran todo? Y no lo evitas, las dejas entrar y las instalas en la única buhardilla donde entra la luz, porque las quieres conservar para siempre. Esas personas no son perfectas, distan mucho de serlo, pero sí son cálidas, humanas, errantes y hermosas. Esas personas compensan el peso de tus propias gritas. Justo como lo hacia Mía.

-Tengo algo que decirte. – Mía interrumpe nuestro beso y nos jala al interior.

No sé si debería preocuparme por el ¨Tengo algo que decirte¨, pero con una mirada de ella cada miedo y tensión quedan a la baja.

Entramos a casa de Lina, Mía aún tiene mi mano cogida a la de ella, y en lo único que pienso es en quiero volver a besarla y en que es lo que tanto apuro tiene por decirme que me impide que mis labios estén sobre los suyos.

-Es algo que debería preocuparme. – insisto.

-No. – niega con la cabeza y nos detenemos en medio de la sala. -Bueno, aún no sé como te lo tomarás.

-Estas nerviosa. – digo al ver como se rasga la piel que rodea la uña. La detengo acercándola a mi pecho. -Vamos, Mía, solo suelto. Nada ni nadie hará que me separe de tu lado.

Mía sonríe, me besa la mejilla y suspira antes de decir.

-Estoy embarazada.

¡¿Qué?!

¡¿Embarazada?¡ ¿Cómo? Bueno, el cómo no tanto, pero si el cuándo y el por qué recién me entero.

Me quedo congelado, el nudo que se ha formado en mi garganta me impide decir palabra o hasta respirar. No esperaba que me digiera algo como eso, para decir verdad, me espera cualquier cosa menos que me confesará que tendremos un bebe. Tendremos un bebe.

¡Voy a ser padre!

Sonrió y alzo a Mía entre mis brazos.

Es verdad que las cosas entre Mía y yo han ido demasiado rápido, incluso le ganaríamos a la velocidad de la luz, pero... la amó, mucho, enserio, mucho, demasiado, la necesitaba tanto como un diabético a la insulina, y ese bebe, solo era una pequeña y bella prueba de que a veces lo que ocurre por firmas y acuerdos te pueden sorprender por completo, irse de las ramas.

Pero... ¿Cuánto tiempo lleva embarazada? El último recuerdo de nosotros juntos es haciéndolo sobre mi escritorio y, además, de los besos no nacían bebes.

-No tomaste la pastilla. – la bajo con delicadeza al suelo.

Mía niega con la cabeza y se muerde el labio.

-No pude, Mario me secuestró. – señala lo obvio. – Durante todo el tiempo que estuve encerrada no pensé en eso hasta que los síntomas se hicieron notar, creí que vomitaba porque Mario había puesto algo en la comida, pero no, es esto que llevó aquí. – lleva su mano a su vientre y la imitó posando la mía sobre la de ella.

Mía llevaba tres meses de embarazo y contando.

-Renzo, ¿te siente bien? – pregunta preocupada al ver que no respondo.

-Mejor que bien, estoy feliz. – sonrió mientras subo y bajo mi mamo por la pequeña sobresaliente de su tripa. – Me lo has dado todo.

Así que esto se sentía estar lleno de felicidad, estar rebosante como una copa de champán.

- ¿Ya sabes qué es? – digo cuando la tengo encerrada entre mis brazos, oliendo sus cabellos, tomando su aroma.

-No, aún falta para eso. – coloca una mano sobre mi mejilla derecha. – Además, no cerrerías que averigua el sexo de nuestro bebe sin que estuvieras presente, ¿no? Te lo iba a decir, te ju...

-Lo entiendo, no querías decírmelo porque sabias que nos aceptaría nuestra separación si lo supiera. – Mía asiente. - Hiciste bien, lo necesitaba. Ahora estoy bien, para mí, para ti, para este pequeño...

-Kiwi, tiene el tamaño de un kiwi.

Ensancho los labios.

-Kiwi, me gusta.



Seis meses después.

- ¿Quieres cargarlo? Necesito una ducha. – pregunta Mía cargando a Andrew entre sus brazos.

Emma y Lina perdieron la apuesta contra Axel, no fue una niña, sino un niño, tenia un hijo, con ojos azules y cabello miel.

Ya llevábamos una semana en casa desde que Andrew llegó al mundo, y nuestros días se habían convertido en noches sin sueño y mañanas con café descafeinado.

-Vamos, dámelo, ya lo cuido yo. – digo y tomo al pequeño ser envolviéndolo en una manta azul.

-Gracias. – Mía suspira en un gesto de cansancio y sale de la habitación del bebe, pero pronto regresa y nos besa a ambos antes de volver a salir.

Observo y meso a Andrew mientras se queda dormido, tiene el ceño fruncido, ¿por qué un bebe tendría el ceño fruncido? No tengo ni idea.

Ya es más de un año y medio desde que conocí a Mía, y aun me costaba creer que seguimos aquí, juntos y más unidos que nunca.

Si existe o no el destino, ya que importa, no me voy a comer la cabeza queriendo descubrirlo, cuando la vida es tan corta y tengo con quien disfrutarla. Pero, lo que sea que me haya unido a ella, a quién sea que dijo que nuestro lugar era estar juntos, se lo agradecía porque, ¿qué tanta suerte se tiene en esta vida como para amar y ser amado? El resto ya se definiría por si propio.

Mía me eligió con caos y el dolor, y pensar que todo empezó con una boda por un contrato.  

Una Boda Por Un Contrato [Completo]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ