Una Boda Por Un Contrato [Completo]

Capítulo 42

Renzo

Una nueva nota que aviva mi capricho por saber quién las envía.

"Alison te eligió, decido dejar todo atrás y seguir contigo. Él odiaba la idea de que estuvieran juntos, y cuando escucho que ella te elegía una y otra vez desato su ira. Sé que te sientes culpable por su muerte, pero tal vez necesitas contar el pasado para avanzar en el futuro. Mía te quiere, no la alejes tan rápido de tu lado. Sigue protegiéndola, nunca se sabe lo que planea Mario. ¨

Sostengo el papel en manos aún después de releerlo cómo una docena de veces, y sí, lo tengo tan doblado y arrugado como me siento por dentro. Cada nota, bueno, la segunda, estremece lo que intento olvidar, me recuerda que las cosas no cambiaran para bien si no le confieso a Mía la verdad. Pero, aunque quiero hacerlo, hay un pequeño hilo que sale de mi pecho y cierra mis labios. Tal vez es la culpa, el miedo, el dolor, el odio, lo que me impide sentarme frente a Mía y remover el pasado.

No sé quién envió la carta, ni quién la escribió, ni la forma tan fantasmagórica por la que llegó a mi escritorio, pero sí sé, con una seguridad relativa, que quien escribió esas líneas me conoce y está de mi lado.

Aún sigo pensando, recordando, una hora después, que es lo que sucedió en el pasado y yo no logré ver. ¿Cómo es que Alison se fue sin decir adiós? ¿Por qué me dejó? ¿De quién eran esas malditas cartas que no decían mucho y tanto a la vez? ¿Por qué parecía que no conocía a la persona con la que quería compartir una vida? Pero todo intento de pensar con razonamiento, de encajar piezas sin sentido, se ve interrumpido cuando Mía entra sin avisar en mi oficina. Rápidamente escondo la carta en el bolsillo de mi saco.

-Mañana es tu cumpleaños y no me dijiste. – Tardo unos segundos en procesar sus palabras, y cuando lo hago casi estallo en una carcajada. Mía estaba molesta, a pesar de las pequeñas arrugas de su frente se veía hermosa. – Sabes lo tonta que me sentí cuando Lina pasó hoy por la oficina y me pregunto sobre nuestros planes para mañana.

Mía lleva sus brazos a posición de jarra, y cuando veo a sus ojos furiosos hago mi mayor esfuerzo por no reírme de lo absurda que es la situación.

-Son cosas que debería saber una pareja. – dice en un susurro. – O al menos una que finge ser normal.

Ya, una pareja normal, pero en nuestra relación no hay más que mentiras, secretos, pasión y... Abismos de amor. Quizás si se puede considerar una relación, o al menos el inicio de una. De cualquier forma, olvidé cualquier irónico en incoherente pensamiento y me concentré en Mía, con la mirada brillante y los labios rosados.

- ¿Y eso importa? ¿Cambiaria de lago nuestra relación si supieras en qué día nací? – dije con una sonrisa socarrona. Mía soltó los brazos y los cruzó por su pecho con un gesto de no entender absolutamente nada de lo que le hablo. – Esas son cosas que se preguntan en la primera cita, al igual que tu nombre, edad, apellido y trabajo. – me levanté del escritorio y llegué frente a ella. – Pero, ¿importa? Tal vez si al inicio nos conocemos por gustos, anhelos, esperanzas, miedos, dudas, metas y nuestro propio concepto de la felicidad, unos meses después no se decepcionarían de lo que ven. Es muy difícil mostrarse verdaderamente a uno mismo, en especial por que uno siempre esta cambiando. Tal vez si lo hiciéramos el mundo sería menos insípido y más cálido. Pero solo estoy divagando, nadie intentaría algo como eso. Y si alguien se atreve a hacerlo lo tacharían de lunático, y, sabes qué, ¿qué hay de malo por estar en la luna? No hay gravedad, todo es más liviano, menos doloroso.

Y cuando la última palabra sale de mis labios respiro profundamente, y Mía, que está mirándome a los ojos, luce sorprendida. Me impresiona lo que he dicho, es como si esas palabras hubieran estado guardadas dentro de mi por años, esperando a que una mujer, tan fuerte como una hoja de cuchillo, tan hermosa como es cielo estrellado, y tan cálida como el sol, me preguntara, exasperada, por algo tan insignificante como una fecha de cumpleaños.