Cristales rotos

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Los días para Alec habían sido un poco raros desde que se había enterado de que Thomas sabía la verdad y todo lo posterior a eso, teniendo un mal presentimiento sobre el futuro

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Los días para Alec habían sido un poco raros desde que se había enterado de que Thomas sabía la verdad y todo lo posterior a eso, teniendo un mal presentimiento sobre el futuro. Uno de los sucesos más chistosos que tuvo recientemente fue cuando Thomas se enteró de que Alec sabía la verdad sobre Sieglinde desde el inicio, pero no tenía ningún motivo para mencionar eso a Thomas, eso solo causaría más problemas innecesarios.

Al ir a dormir tuvo un presentimiento muy malo de que algo horroroso llegaría a su mundo. Intentó dormir, pero cada vez que lograba conciliar el sueño se sumergía en espantosas pesadillas como si fuera un infierno, lleno de agonía y lamentos, y cada vez que despertaba tenía el mismo pensamiento:

Había llegado La Catástrofe*

Al día siguiente había escuchado la noticia sobre el asesinato de un diplomático alemán en París*, le preocupaba el hecho de que estaban dando la culpa a un judío de origen alemán. Los disturbios estaban invadiendo las calles de Berlín, definitivamente no era una buena idea salir.

En la noche, estaba toda la familia de Alec cenando hasta que escucharon una turba acercarse a la mansión, ¿acaso estaban dispuestos a atacarlos? El padre de Alec se levantó de la mesa y se acercó a la puerta. Eran civiles, oficiales de las SA y de las SS*, todos dispuestos a hacerles daño. Benjamín llamó a todos, quienes estaban asustados, Anne no podía dejar de preguntar angustiada sobre lo que estaba sucediendo, los gritos de las personas enfurecidas invadía sus inocentes oídos.

Del aturdimiento pasó al pánico al escuchar un vidrio romperse, estaban apedreando la mansión provocando que los vidrios se rompieran. Todas las mujeres soltaron un grito y Anne empezó a llorar. Alec quedó en shock y su padre gritó:

—¡BAJEN TODOS AL SÓTANO! —Tanto los empleados como sus familiares hicieron caso. Cuando Alec iba a entrar al refugio improvisado vio que sus padres no se movían, tenía un mal presentimiento.

—¿Qué están esperando para entrar? — preguntó angustiado el rubio.

Su madre le dedicó la más hermosa sonrisa que pudo brindar en su vida, sabiendo que sería la última que brindaría a su hijo.

—No entraremos, Alec.

La sangre de Alec heló al escuchar esas palabras. Sus ojos se abrieron aterrados por lo que había escuchado

 Sus ojos se abrieron aterrados por lo que había escuchado

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La Esposa del Reich [✓]Where stories live. Discover now