La Esposa del Reich [✓]

Von Wolffen

Después del recorrido que Thomas realizó con Sieglinde, regresó a la casa del embajador de Estados Unidos y descansó un poco para lo que vendría más tarde. Mientras estaba acostado en la cama, recordó la tierna cara de la chica que lo acompañó durante todo el recorrido, provocando tiernos sentimientos en su corazón.

Las horas pasaron y la noche de la fiesta de la embajada finalmente había llegado. Grandes personalidades de Alemania y de Estados Unidos que se encontraban en el país estaban entre los invitados. También habían unos cuantos convidados de otros países aliados al americano. Algunos sabían el motivo de la fiesta, otros ni se molestaron por leer el cuerpo de la tarjeta de invitación. Este tipo de reuniones siempre eran conocidas por ser el gran evento para las relaciones sociales.

El salón donde se encontraba estaba lleno de candelabros con luces amarillas y las paredes eran de color crema, ese contraste lograba generar un tono dorado en el ambiente. El sonido de la música inundaba todo el lugar, siendo fusionado con las conversaciones y las risas de los invitados. El lugar era bastante amplio para bailar y al final se encontraba la tarima donde la orquesta estaba tocando los clásicos de la época. Detrás de ellos había un fondo plateado con dos cortinas a los lados de color azul.

Thomas, quien llevaba su siempre impoluto traje blanco con camisa cian, ahora estaba vestido de traje negro. Se veía visiblemente aburrido, nada común por parte de él, motivo por el cual se fue con el embajador quien estaba atendiendo a unos empresarios berlineses. Se preguntarán ¿Quién era el embajador? Era el mismo hombre quien lo estuvo persiguiendo durante toda la mañana antes del encuentro con Sieglinde.

—¿Me puedes recordar el por qué estoy en esta fiesta? —Thomas preguntó visiblemente aburrido.

—Porque es tu fiesta, todos vinieron por ti —el embajador respondió de la forma más obvia. El rubio soltó una risa burlona.

—Tiene que ser una de tus bromas. Vinieron por comida gratis, mostrar sus vestidos caros y buscar con quien relacionarse. Una partida de hipócritas, ¡ni siquiera conozco a la mitad de los invitados!

—Tal vez sea verdad. ¡Vamos, Thomas! Disfruta de la fiesta.

—Si un milagro no aparece a través de esa puerta me iré a dormir.

Como si hubiera sido una orden, las puertas se abrieron dando paso a otros invitados, mientras que algunas personas no prestaban atención, otros los miraban con asombro y sorpresa. Ludwig estaba con su uniforme de gala de las SS y Sieglinde se encontraba con un hermoso vestido azul de lentejuelas, adornado con un abrigo de piel blanco y guantes del mismo color, además de unas joyas discretas. Ambos saludaron a la gente con cordialidad y simpatía emitiendo un aura especial.