Veneno

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Las semanas habían pasado y la situación se volvía ligeramente mejor para todos

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Las semanas habían pasado y la situación se volvía ligeramente mejor para todos. Thomas aún estaba tratando sus heridas físicas de la imprudencia con las rosas y pronto se quitaría la venda. Mientras tanto, su carga laboral había aumentado desde que el embajador fue llamado a Washington por orden del presidente.

Alec seguía en su duelo por la muerte de sus padres, pero también se estaba encargando de los negocios por fuera de Alemania. Aunque tenía que realizarlo desde Berlín, decidió dar un respiro para descansar de toda la tensa situación que estaba viviendo los judíos, especialmente su familia.

Sieglinde, por su parte, seguía en la Cancillería realizando sus labores de representación de La esposa del Reich, dentro de los que se encontraba la relación con personas influyentes en el país, y como una de las asistentes del Führer. De hecho, se encontraba en la oficina de Hitler entregando un documento, el hombre lo leía con seriedad y por último lo firmaba. Después de un tiempo, Hitler decidió mirar a la menor quien estaba pendiente ante cualquier cosa y le habló:

—Sieglinde, quiero que me escuches aprovechando este momento que estamos a solas.

El hombre hizo un ademán para que se sentara, era la primera vez que tenían una conversación "normal" desde aquel incidente. Esperó a que su hija se acomoda en la silla y empezó a hablar:

—He estado reflexionando últimamente sobre todo lo que ha pasado, fueron semanas muy tensionantes para todos, incluyéndome. Sé perfectamente que eres una buena chica que cometió un grandísimo error, pero estoy seguro de que aprendiste la lección. Quiero darte una segunda oportunidad porque eres mi hija y, porque a pesar de todo, me has demostrado una lealtad inquebrantable como pocas personas en este país.

Sieglinde sonrió sorprendida al escuchar esas palabras. Había recuperado la confianza de su padre.

—Se lo agradezco mucho, mi Führer.

El hombre soltó el aire sonriendo y volvió a ponerse serio.

—Creo que es mi deber como tu Führer decirte que Estados Unidos decidió retirar al embajador por el incidente que ocurrió a inicios de noviembre [en referencia a la noche de los Cristales Rotos], y la persona con la que tenemos contacto directo diplomático en este momento es Herr. Roosevelt. —Esas dos últimas palabras las arrastró como si no quisiera decir ese nombre, creía que por culpa de Thomas, su hija había pecado. Lo consideraba como un demonio que debía mantener lejos de su inocente infanta, pero qué, aun así, debía utilizarlo a su favor.

Sieglinde se sorprendió al escuchar eso, no tenía idea de que la situación que había causado ese desastre haría que el embajador se devolviera a Washington. Había intentado en días anteriores pedir explicaciones por lo que había pasado en esos dos fatídicos días para los judíos ante Hitler, pero, ante la insistencia de su Führer de negar cualquier participación en la misma, consideró que era mejor no volver a preguntar sobre el tema.

La Esposa del Reich [✓]Where stories live. Discover now