Cuadros y cajas musicales

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El cuarto aniversario de Sieglinde y Thomas de haberse conocido estaba llegando

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El cuarto aniversario de Sieglinde y Thomas de haberse conocido estaba llegando. Los dos sabían perfectamente el día ya que, desde que se reencontraron en la Fiesta de Máscaras en Berlín antes de los Olímpicos, sus vidas cambiaron 180 grados para bien. El tiempo entre ellos dos se había vuelto una bendición y por eso querían regalarle algo especial el uno al otro.

Sieglinde estaba en el salón de arte de la Cancillería, contemplando los cuadros que el Führer había hecho en sus años en Viena. Le gustaba los colores qué él empleaba porque eran vivos y sus trazos reflejaban su amor por Alemania en la arquitectura. Creía que su padre era bastante estricto, pero sus sentimientos eran bastantes fuertes, sus cuadros eran la prueba. Siguió admirando las obras que había pintado hasta que una idea llegó a su mente.

—¡Un cuadro! Thomas tiene cuadros en su embajada, pero... ¿Qué será lo que pintaré?

—Un retrato no sería mala idea. —Ludwig había entrado al salón y se puso al lado de ella, llevando sus manos a la espalda —. Eres bastante buena dibujando retratos y pintándolos. Deberías hacer uno, creo que él no tiene ninguno, por lo que me has comentado.

—Me tienes mucha fe, Ludwig. Gracias, pero...

—¿Sucede algo? —El rubio preguntó, preocupado, ante la duda que tenía la mujer.

—¿Le gustará? —Ludwig le apretó un poco los hombros y sonrió tiernamente.

—Claro que le gustará, es algo que realizó con mucho amor su querida y adorada novia para él. Ya verás que le encantará.

Sieglinde sonrió y Ludwig vio varias fotos que tenía ella en la mesa de al lado, eran de Thomas. Al parecer, ya estaba considerando la idea desde un inicio, pero no sabía cuál foto escoger, así que el mayor las analizó un momento y agarró una mostrándola.

—Me gusta esta, tiene una mirada muy potente, pero con una sonrisa bondadosa. Además, aunque pareciera que estuviera relajado, se muestra en una posición fuerte. —La foto fue tomada por Sieglinde seis meses atrás. Thomas estaba sentado en su mesa, pero con las piernas estiradas, sus brazos estaban cruzados y estaba mirando de perfil hacia un cuadro, de fondo estaba un gran ventanal con vista a la ciudad y la bandera de los Estados Unidos. Era la foto perfecta ya que lo representaba.

—Me encanta, voy a buscar los materiales y espero poder terminarlo antes de la fecha.

Sieglinde salió corriendo, pero se devolvió y le dio un beso en la mejilla a Ludwig haciéndolo sonrojar.

—Gracias, hermano. —Agradeció antes de volver a salir corriendo.

En otra parte de la ciudad, Thomas estaba como loco buscando el regalo perfecto para su amada. Una mujer que lo tenía absolutamente todo en el mundo era bastante difícil de complacer con algo especial. ¿Joyas? Lo tenía todo el tiempo, era muy común para alguien como ella. ¿Un viaje? Desafortunadamente no podía dejar el trabajo por bastante tiempo, las cosas estaban cada vez más tensas en Europa y tenía cada vez más trabajo. ¿Qué será? ¿Qué será? Thomas pensaba todo el tiempo en ese obsequio.

La Esposa del Reich [✓]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن