Recuerdos felices

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1930, EEUU

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1930, EEUU

Universidad de Harvard

Los estudiantes de medicina también pueden ser los artífices de grandes pendejadas, y más siendo chicos jóvenes, ricos y de diferentes nacionalidades. Entre los diferentes años había algunos grupos pequeños que se llevaban bastante bien, y en el salón se estaba hablando de lo que parecía ser una locura.

—Escuché que un chico se tragó un pez, ¡y estaba vivo! Ahora dice que nadie más puede hacer eso— un joven de cabello castaño hablaba sentado en su silla. Otro chico, de cabellos rubios y rizados, sentado en la mesa, se echó a reír.

—A mí nadie me dice lo que no puedo hacer ¡Me lo voy a tragar yo también! —afirmó el rubio.

—No seas imbécil, Alec, sé que no lo harás.

—Un dólar cada uno a que me lo trago.

—De una.

Varios minutos después estaba un grupo grande de chicos rodeando al judío, al frente tenía un pez dorado que intentaba nadar en un vaso con agua, el rubio tragó en seco al ver al tierno pececito que iba a morir en su estómago.

El rubio cerró los ojos y después de un largo respiro sonrió.

—Muy bien, aquí voy.

—¡Alec! ¡Alec! ¡Alec! —Todos los compañeros lo animaban mientras él agarraba el pez por la cola, y después de un intento bastante pesado terminó tragándose el pez ¡SIIIIII!

—¡DENME UN MALDITO VASO DE AGUA Y SUS JODIDOS DÓLARES!

Días después, la noticia había llegado a la universidad de Yale. Todos estaban sorprendidos por la hazaña –o broma– de sus eternos enemigos.

—¡Oye Thomas! —El mencionado lo miró —. ¡Tenemos el reto perfecto para ti!

Al rubio norteamericano le brillaron los ojos y realizó el mismo reto, con la misma energía y el mismo resultado. Todos estallaron en carcajadas al ver que lo habían logrado, pues sabían que Thomas le gustaba realizar algunas bromas pesadas, pero, de un momento a otro, todos se quedaron callados. Thomas, quien seguía riendo, al percatarse del silencio volteó hacia la puerta y miró la figura enojada de su madre en ella.

—Ho...hola, madre. ¿Qué haces aquí?habló con susto al ver la expresión de furia de Eleonor.

—Parece que se te olvidó que tu padre va a dar una conferencia aquí. Creo que mi pregunta sería, ¿por qué te tragaste ese pez?

Todos los hombres, asustados, señalaron al rubio como indicando que fue realizado por su propia cuenta. Thomas después se vengaría de sus compañeros delatores.

—Con permiso, caballeros. —Todos abrieron paso a la elegante mujer hasta que llegó frente a su hijo y se acercó lo suficiente para que el resto no los escuche —. Nosotros no te pagamos la jodida universidad para que estés en estas pendejadas. —Finalmente se enderezó con una sonrisa —. ¿Nos vamos, Thomas? Tu padre nos espera.

La Esposa del Reich [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora