Aburrimiento II

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Katia está como siempre sobre el pecho de Andy, quien juega con su pelo mientras se fuma un cigarrillo.

Yo me quedo sentado en el suelo mientras Ian contra la cama habla con Sabrina y Rocío está por armarse el tercer porro de la tarde.

—Son un asco.

Dice Andy con una sonrisa cuando ve que Rocío lo prende y lo pasa.

—No hay nada para hacer.

Dice Katia llevándose el armado a la boca.

—Estoy tan aburrida, por satán...

Dice Sabrina quien se empieza a mordisquear las uñas.

—Podrías haber venido al puto desfile y ser mi modelo.

Reclama Ian a Sabrina quien levanta la ceja.

Los días de principio de verano son siempre iguales, es la melancolía de no tener nada que hacer mientras hace calor, más que encerrarse en el sótano que de por sí es frío y prender el aire acondicionado a toda potencia mientras escuchamos música.

El ruido de la música.

Todavía no le pregunto a Katia por mis pastillas, sé que las tiene ella, si es que todavía las tiene, pero hay una complicidad en su mirada que me lo dice todo. No me tiene que confesar nada, su sonrisa lo hace por ella.

Ian y Rocío están convencidos de que solamente las perdí, pero yo estoy seguro. No es como si pudiera decirles que Katia se tiró en mis brazos y me distrajo con su boca sobre la mía mientras deslizó su mano por uno de mis bolsillos. Me pregunto cómo sabía a cuál atinar y llego a la conclusión de que fue todo premeditado. Tal vez me vio vendiendo la noche anterior y memorizó en que bolsillo tenía todo, quizás solo sabe que siempre uso el bolsillo trasero derecho para esas cosas. Pero lo que está claro es que su jueguito fue para conseguir lo que quería y como el idiota que soy, no me di cuenta hasta que fue muy tarde. Cuando entré a mi casa golpeé una de las paredes con el puño. El cual todavía me duele.

¿Cuál es mi problema? ¿Por qué todas las chicas con las que me rodeo me roban las drogas?

Me corro el pelo con insistencia, debería cortarlo pronto. Rocío a mi lado se exaspera y le pide a Katia un par de sus esbillas de pelo. Katia busca en su cartera y las lanza a la distancia.

—Quieto.

Me dice Ro mientras intenta quitarme el flequillo de los ojos con la esbilla.

—Lo estás haciendo mal.

Katia se levanta del sillón y se arrodilla frente a mí. Le quita las esbillas con forma de estrella a Rocío y empieza a acomodarme el pelo con cuidado, mientras pone una a una las tres esbillas.

—¿Las tenés?

Le pregunto en la complicidad del momento. Katia que tiene una pierna a cada lado de mis muslos, se termina sentando sobre ellos para seguir con mi peinado de forma más cómoda.

—No sé de qué me hablás.

Responde mirando a Rocío. Estoy a punto de insistir pero me toma la cara con ambas manos y me gira la cabeza para que enfrente a Rocío.

—Le queda bien.

Acota ella.

Katia me da un beso en la mejilla y con una carcajada de niña que hizo alguna maldad se vuelve a sentar en el sillón con Sabrina y Andy.

—Te ves genial.

Me dice Ian y yo levanto los hombros.

Miro el techo mientras muevo mi rodilla al ritmo de la última canción del disco y es con perfecta coordinación que la canción termina y el celular de Andy suena. Él ve la pantalla y atiende.

AdictoWhere stories live. Discover now