Apatía

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Camino escuchando los murmullos de Katia contra mi cuello. Esto no es lo que tenía en mente para hoy. Pensé que hoy iba a tener un descanso. Abro la puerta del auto de Ian y desplomo a Katia en el asiento trasero donde ella se abraza y se arrulla a sí misma.

La mitad de las veces no entiendo qué mierda pasa con ella. Pero no debería meterme, esto, ella, no es mi asunto. Solo cumplo mi rol. Mi rol es ser la cama caliente para una chica perdida que siempre termina con el corazón algo roto.

Manejo por el pueblo preguntándome qué hace la gente normal en sus casas a estas horas de la mañana. ¿Están durmiendo? ¿Están levantados abriendo la heladera para comer algo a la mitad de la noche? ¿Se están despertando porque sus hijos tuvieron pesadillas? ¿Están teniendo pesadillas? ¿Teniendo sexo? ¿Mirando la hora en el reloj de la mesa de luz más cercana? ¿Piensan en algo mirando el techo? ¿Escuchan el ruido? ¿Ven el blanco?

Abro con dificultad la puerta de mi casa, cansado de hacer fuerza con el hombro para cargar el peso muerto de Katia, mis piernas están casi vibrando del esfuerzo, pego un salto para acomodarla mejor encima de mí y paso directo a la habitación de mi abuela donde la dejo sobre la cama. Katia se revuelve en su lugar y yo empiezo con la rutina de sacarle las plataformas pesadas, la siento levemente para quitarle el vestido negro que apesta a cigarrillos y alcohol y me encargo de meterla dentro de la cama.

No es tan tarde, tengo tiempo para hacer un lavado. Junto el vestido de Katia con un par de remeras mientras me sigo fumando el mismo cigarro que cuelga de mi boca para meter todo en el lavarropas y sentarme encima de él. Dejo que las cenizas caigan al suelo mientras relajo mis manos sobre mis rodillas.

Y mi soledad

Y el ruido.

Cuando el lavarropas hace su último ciclo saco del interior la ropa que está casi seca, me decido a estirarla en el viejo tender* del lavadero.

Tomo la botella de agua que está sobre la mesa y me dispongo a tomar en un vaso de vidrio el cual enjuago rápidamente. De paso me agarro una botella de ron para mí mismo. Voy directo a la habitación de mi abuela para sentarme en la punta de la cama y controlar que Katia no decida vomitar en la cama.

—No quiero despertarme.

Susurra ida cuando siente la presión de mi cuerpo contra el colchón.

—No te tenés que despertar, ya es casi la mañana. Tenés que dormir algo.

Como no recibo respuesta, supongo que ya lo hizo.

Dejo el vaso vacío y el agua en la mesa de luz opuesta y me saco las zapatillas y la remera para dejarme caer sobre el colchón por encima de las sábanas con la botella en la mano. Empiezo a tomar para poder conciliar ese estado en el cual la cama me empieza a absorber y el alcohol me empieza a arrullar. Termino así un cuarto de la botella de ron y la dejo sobre la cama por si las dudas. Por si me despierto a mitad de la mañana.

Katia se da vuelta y pasa su brazo por encima de mi estómago para pegar su frente contra mi hombro.

—¿Estás enamorada de Andy?

Pregunto con suma curiosidad, algo que tenía planeado preguntar por mucho tiempo pero nunca tuve la oportunidad, ya que siempre estamos con otras personas alrededor, ella está totalmente inconsciente como ahora o estamos compartiendo un desayuno que ella llena con sus historias o dudas de lo que pasó la noche anterior.

No sé por qué quiero saber.

Me concentro en el techo pensativo, la verdad, no esperando una respuesta a mi pregunta. Tal vez solo pregunto para mí mismo. Para decirme a mí mismo que ya hice lo que quería hacer y calmar esa ansiedad que me ataca cuando los veo juntos sin saber por qué.

AdictoWhere stories live. Discover now