Capítulo diecinueve

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Nos estábamos acercando peligrosamente a diciembre

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Nos estábamos acercando peligrosamente a diciembre. Era final de noviembre, mis clases seguían tan divertidas como siempre y Lilith seguía pareciendo en mi casa cuando le daba la gana. Las únicas visitas que tenía programadas en mi agenda de súper estrella del instituto eran las de Asael. Y tenía que reconocer que un poco de calma me venía bien.

Al principio había estado bastante reacia a todo esto de la terapia y mierdas varias, pero ya no lo veía como algo a lo que atacar. Simplemente me dedicaba a comer palomitas o nachos mientras hablaba con el ángel caído. Tenía una sonrisa que reconfortaba a cualquiera y yo también había caído antes sus encantos. Y tener a alguien que te escuchara era un gran alivio.

A veces aparecía su amigo, nuestro señor infernal para ver a Asael. A mi me molestaba bastante, porque tenía todo el día para hablar con él y tenía que aparecer cuando estaba con Asael. Hasta que un día se lo solté gritando que a ver si nos dejaba en paz. Solo me miró sonriendo y desapareció sin más. Ni el mismísimo diablo me tocaba los ovarios y se iba sin un chillido de mi parte.

Asael también me hablaba de su novio, Eric, con el que salía desde hacía un par de meses. Estaba muy feliz con la relación y lo único que quería era que él estuviera cómodo. Hablar de Eric me ponía nerviosa, debido a que hacía tiempo que no veía a Belcebú. Desde nuestro último día juntos y no sabía que hacer.

La decisión que había tomado no me hacía nada de gracia, pero tenía que hacerlo. Enfrentar mis sentimientos era algo que debía de hacer. Por el bien de del demonio y por el mio propio.

A la hora de comer fui a la cafetería. Normalmente me quedaba por el patio, pero dado que Belcebú me evitaba por los pasillos tenía que buscarlo. Y sabía que estaría comiendo con sus amigos. Ajusté mi camisa del uniforme y mis pantalones y empujé la puerta. Estaba sentado en una de las mesas centrales, con su bandeja delante y hablando con un demonio de piel verde y escamas.

El bullicio del comedor llegó a mis oídos, pero pasé de las miradas y de los comentarios. Solo tenía un objetivo que era llegar a la mesa y arrastrar a Belcebú por las buenas o por las malas fuera del alcance de toda esa gente para poder hablar.

Cerca de la mesa vi como Mel me miraba. Giré la cabeza para mirarla, pero ella ya había volteado su cabeza y hablaba con una de sus amigas. Llegué a su mesa, sus amigos se callaron al instante. Si hubiese podido ruborizarme tendría la cara roja.

—Hola... ¿podemos hablar?

—Usagi —dijo sorprendido.— ¿De que quieres hablar?

— Tenemos una conversación pendiente.

Sus amigos movían la cabeza de un lado a otro como si fuera un partido de tenis.

—Siéntate y hablamos.

—Prefiero que sea en otro sitio... más privado.

—Uuuuh —dijo el chico de la piel verde.

Le miré cabreada y dejó de hablar.

— ¿Vas a matarme? —se levantó con una sonrisa.

—Puede —le cogí la mano.

A la mierda lo que pensaran los demás, si quería cogerle la mano estaba en todo mi derecho.

Salimos hacía el patio, aun sintiendo las miradas de todo el instituto sobre nosotros. Pero este era el paso que debía de dar si quería seguir teniendo algo con el demonio de pelo rojo y cola puntiaguda.

—Quiero explicarte algo.

—Tenemos diez minutos.

—Estoy yendo a terapia.

Belcebú se quedó sorprendido, después de un instante me cogió las manos y me las apretó.

—Me alegro por ti, Usagi. Si necesitas algo estaré para ayudarte.

—Me he dado cuenta en este mes que me gusta estar contigo. Tener a alguien con quien hablar y soltarme un poco. Durante mi vida siempre tuve que contener una parte de mi, debido al miedo. Quería mantener un perfil bajo para que no me pasaran cosas malas. Estar contigo hace que tenga que exponerme a los demás, pero puedo intentarlo si eso quiere decir no perderte.

Belcebú me abrazó con fuerza, puso su mano derecha sobre mi cabeza y me apretó aún más hacía él. Le rodeé la musculosa espalda con mis brazos.

— Mi Usagi, te he echado tanto de menos—dijo en mi oído, su voz estaba tomada debido a la emoción.

—Y yo a ti, mi amor.

—¿Entonces es oficial? ¿Estamos juntos? —me miró a los ojos y su iris rojo nunca había sido tan claro.

Cogí aire y lo solté antes de responder.

—Si.

Me cogió por la cintura y me dio una vuelta por los aires, para luego aterrizar y besarme como si fuera una película.

—¿Cuando tienes tu próximo partido?

—Este viernes.

—Nos veremos ahí —le sonreí.

Entonces sonó el timbre de fin del descanso. Él se fue hacía la cafetería sin antes prometerme que nos veríamos esa tarde. Lo último que vi de él fue su cola moviéndose como un perrito feliz. Era como un perro de dos metros y eso me hizo sonreír.

Me arreglé la ropa que se había arrugado debido al beso. Me dirigí hacía mi próxima clase, pero antes de salir del patio noté que alguien me estaba mirando. Con la mano sobre la puerta me di la vuelta, vislumbré una figura de pelo rubio que salía en dirección contraria. No le di mucha importancia y entré dentro del edificio que olía a humanidad y estaba lleno de ruido, aunque eso no me quitó la sonrisa de mis labios.

 No le di mucha importancia y entré dentro del edificio que olía a humanidad y estaba lleno de ruido, aunque eso no me quitó la sonrisa de mis labios

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Hola a todos:

Al final Usagi lo único que necesitaba era sentirse querida después de todo lo malo que le pasó a lo largo de los años.

Siempre es importante rodearse de gente que nos quiera y nos apoye y dejar todo lo malo a un lado.

Después de ponerme sentimental durante un momento hay otra cosa que os quiero decir.

A mi me gusta dedicarle los capítulos a mis lectores, para que sepan que recibo su apoyo y es mi forma de agradecer que me lean y comenten.

Si alguno de vosotros quiere que le dedique un capítulo que dejé un comentario aquí  💜

(Si pasais de mi cara intentaré hacerlo yo por mi cuenta, pero no paseis de mi que esta feo xD)

Un beso,

Ginny ;)

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