Capítulo treinta

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 Estaba muy feliz, nunca había experimentado tanta felicidad

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Estaba muy feliz, nunca había experimentado tanta felicidad. Sonreía, me reía tanto que la barriga me dolía, y sobre todo estaba cómoda y a gusto. Melancolia era un ser de luz, derrochaba pura y absoluta felicidad, y yo estaba prendida de toda ella. No podía apartar la mirada de ella, cuando no estábamos juntas lo único que quería era que pasara el tiempo para poder verla y cuando estábamos juntas el tiempo pasaba demasiado rápido.

Una semana había pasado desde nuestro primer beso y todas las tardes nos veíamos para estar juntas, y no podía evitar besarla más. En la boca, en las mejillas, en la nariz, en los parpados con sumo cuidado y ternura. A veces no podía esperar a verla por la tarde y en el instituto nos escabullíamos a un cuarto de la limpieza y nos besábamos entre clase y clase.

Por el contrario evitaba verme con Belcebú, quería disfrutar de la breve felicidad que tenía en la clandestinidad. Enfrentarme a mi actual novio y decirle que estaba saliendo con su ex era algo complicado.

No para mi, a mi me daba igual, pero ir rompiendo corazones por todos lados tampoco era el mejor plan. Había hablado con Mel y ella entendía mi encrucijada y que tenía tiempo de decidir cuando quería hacerlo.

Tenía un jaleo mental y por eso decidí contactar con mi loquero personal. Asael llegó enseguida después de mandarle un mensaje.

—Hola, Usagi.

—Gracias por venir tan rápido.

Asael se sentó en el sofá y yo en el de enfrente. Me froté las manos algo nerviosa.

—Te noto algo nerviosa.

—Necesito tu opinión sobre un tema importante.

—Cuéntame —Asael me sonrió tranquilizándome.

—No sé como decírtelo.

—Bueno, siempre puedes empezar desde el principio.

Solté aire y comencé a hablar sin apartar la mirada de mis manos.

—Sabes que estoy saliendo con Belcebú —hice una pausa.

—Lo sé, sin embargo creo que me vas a hablar de otra persona.

—¿Qué? —le miré algo preocupada.

En otro tiempo habría echo lo que me diera la gana, habría roto con ese demonio en cualquier momento y me habría morreado con Mel delante de todo el mundo, pero la bruja me importaba tanto como para hacer las cosas bien. Por una vez, mi prioridad no era yo misma.

—Según me han comentado Barbara y Rose alguien te salvó hace un par de semanas. Y precisamente no era tu novio —me miró con sus ojos color miel que me invitaban a hablar.

—Con que habláis de mi entre vosotros, los seres superiores —dije con algo de rabia.

—No hablamos solo de ti, aunque Barbara esta muy interesada en tu vida amorosa. Es la capitana del barco.

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