Capítulo cinco

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— Está abierto

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— Está abierto. —grité hacía la puerta.

Pero la puerta no se abrió, cabreada me levanté del sofá.

—¿Eres imbécil? Que está abierta.— volví a gritar.

Cuando llegué a la puerta la abrí de par en par furiosa. No había nadie fuera, saqué la cabeza al exterior mirando a los lados, pero no había nadie. Cerré dando un portazo y cabreada me volví al sofá.

Jugueteé con mi navaja entre mis manos, deseando saber quién había en la puerta para cargármelo. Nadie me hacía perder el tiempo.

Todos teníamos prohibido matar, bueno en realidad, teníamos prohibido hacer muchas cosas. Básicamente teníamos que seguir los diez mandamientos, por eso se podía dejar las casas abiertas dado que nadie iba a robar. Si alguien era pillado robando se le convertía automáticamente en torturado, aunque fuera el mejor castigador de todos.

A mí me la soplaba, ya me había cargado a mi tutor así que si tenía que matar a alguien más tampoco me suponía un mal trago.

Era un poco extraño dado que se suponía que el infierno era un descontrol, que todo el mundo estaría de fiesta y colocándose, pero nada más lejos de la realidad. Los demonios trabajaban muy bien en sus diferentes puestos de trabajo, desde los torturadores, hasta los clasificadores de almas. Si que era cierto que las fiestas eran algo bastante común. En mi barrio había una cada noche, pero eso no impedía que fueran bastante profesionales con su trabajo. Todo el mundo tenía una mala idea de cómo era el infierno, mientras que se veneraba el cielo.

Y por lo que sabía prefería estar mil veces en el infierno que en el cielo.

Terminé de ver dos capítulos de mi serie, ya era media tarde así que decidí ponerme un poco con el estudio. Teníamos que entregar una redacción sobre los diez venenos más mortales y  la llevaba por la mitad.

Me gustaba hacer los deberes y estudiar en mi habitación, vale que mi cuarto era un desastre al igual que mi vida, pero era mi desastre y yo lo encontraba todo en mi propio desorden.

Cogí la pesada enciclopedia de pociones que había sacado de la biblioteca del instituto. Puse mis pies sobre la mesa y empecé a buscar el apartado del libro que necesitaba. Abrí una lata de cerveza que había deseado con anterioridad y le di un sorbo.

Desde que había llegado hace un mes mis calificaciones habían aumentado progresivamente en referencia a las que tenía cuando mis pulmones se llenaban de aire. Las clases demoniacas eran mucho más interesantes que las de la tierra y tenían algo en común con mis gustos, las ganas de joder a la peña.

Destrozar, envenenar, mutilar, atravesar con unas pinzas al rojo, cosas que para mí resultaban apasionantes. Aunque pociones avanzadas la tenía atravesada, dado que, aunque me esforzara me costaba subir del notable.

La profesora era la bruja más conocida de la historia, Morgana y por desgracia la tía de Melancolía. La jodida bruja, animadora y embaucadora de tíos buenos. Yo me olía que como igualaba a su sobrina en calidad de hechicera mágica me puntuaba más bajo. Por qué Mel siempre tenía que destacar en todo y más siendo una puta bruja.

A mí eso de llamar a las mujeres poderosas brujas no va conmigo, pero es que en el caso de ellas es que son brujas. Aunque podría llamarlas hechiceras ¿qué pensáis? Sacos de carne.

Cuando me acabé de leer toda la información que me daba el libro me puse redactarla sobre un pergamino. No se usaban cuadernos, se usaban papiros viejos y plumas con tintas. Me parecía un atraso existiendo los bolígrafos, pero yo no dictaba las normas en el infierno. Sino ese señor que se había caído del cielo y se había quedado sin alas. Un panoli total.

Después de acabar la redacción, empecé a oír música electrónica. Había empezado otra fiesta así que debía de ser la hora de cenar.

El cielo estaba oscurecido, aunque en realidad estábamos encerrados dentro de una caverna y los días y las noches al igual que el clima se simulaba todo con magia.

Estaba muerta por lo que comer no tenía ningún sentido para mí y la cerveza se evaporaba de mi cuerpo debido al calor. Tampoco tenía sueño, aunque me gustaba dormir. Me quedaba en una especie de coma hasta que algo me desertaba, tenía que poner el despertador si no quería quedarme dormida hasta que me despertara debido al azar, que podría ser en una semana, un mes, o diez años.

Me quedé dormida enseguida y lo que recordé no me hizo ni puta gracia, pero vosotros os enterareis en el próximo capitulo. A ver si así me dejáis en paz.

Hola a todos,

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Hola a todos,

A veces odio wattpad y más cuando le cambia los guiones largos por los cortos.

A ver si encuentro una solución.

Un beso.
Ginny ;)

Instituto InfernalOù les histoires vivent. Découvrez maintenant